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Separatismo

En varias ocasiones autoridades han dicho que existen intenciones separatistas en líderes de Guayaquil y de movimientos indígenas. Dirigentes de una junta cívica del Puerto Principal fueron arrestados por ese delito. Hace mal el Gobierno al levantar acusaciones irreales.

Pueden existir confusiones entre los dirigentes indígenas, con respecto a los alcances del ‘Estado plurinacional’ proclamado en la Constitución, que deben aclararse cuanto antes; pero no es posible que pequeñas poblaciones, por más que posean un significativo territorio como los shuaras, pretendan formar Estados aparte.

Se habla de una ‘nacionalidad’ quichua en Ecuador, que tendría más de un millón de habitantes. Lo que existen son diferentes grupos étnicos: Saraguros, Cañaris, Puruhas, Salasacas, etc, claramente diferenciados entre sí, que tienen un idioma común impuesto hace 500 años por la invasión incaica y la colonización española. No se puede hablar de una nación como tal.

En cuanto a Guayaquil, no hay ningún sentimiento separatista. La nación ecuatoriana se comienza a forjar a fines de la Colonia y durante el proceso independentista; a partir del 9 de octubre, en Guayaquil se evidencian tres partidos: uno que buscaba la unión con Perú, otro que impulsaba la unión a Colombia, la idea bolivariana de una nación formada por los territorios de Venezuela, Nueva Granada y Quito, y un tercero que quería un estado independiente, el que se dio a partir de mayo de 1830. Luego de la integración de Guayaquil a Colombia en 1822, es posible hablar de un sentimiento separatista entre los que no estuvieron de acuerdo, ellos y grupos adictos al Perú habrían colaborado con el ejercito de ese país cuando ocupó Guayaquil en 1929, en el intento frustrado de Lamar, como presidente peruano, de unir Azuay y Guayaquil a la nación sureña, y luego a Flores cuando nos separamos de Colombia como Ecuador.

El presidente Castilla hizo el último intento de agregar Guayaquil y el sur de Ecuador al Perú, pero el liderazgo de García Moreno consolidó la nación ecuatoriana a partir de 1860, la próspera Guayaquil cacaotera se convirtió en un crisol de la nacionalidad donde migraron ecuatorianos de todas las regiones. Desde entonces no ha existido separatismo.

Habemos guayaquileños autonomistas, acostumbrados a solucionar problemas sin depender del Estado central, que impulsamos el progreso y fuentes de empleo, que impulsamos el comercio en el mundo para generar riqueza. No hay separatistas, pero estos pudieran generarse si un gobierno irresponsable afecta el desarrollo regional, ataca sin justificación a una de sus metrópolis y a sus autoridades. ¡El Gobierno debe actuar con más respeto!