En esta semana, la Secretaría de Planificación ha difundido el Plan de Trabajo 21-25 del gobierno del encuentro. El objetivo del Plan aspira “Establecer una plena democracia regida por el Estado de Derecho, donde funcionen las instituciones y se respete la libertad. Promover una economía de ciudadanos libres y prósperos, abierta al mundo y fiscalmente responsable para generar empleo, como la mejor forma de crear oportunidades para todos. Empoderar a los ciudadanos para que elijan con libertad los medios para alcanzar su realización personal y familiar. Solidarios con los más vulnerables a través de un Estado pequeño, pero robusto y eficiente”. Objetivo tan alto como el Chimborazo y tan saludable como un bosque de eucaliptos adolescentes.
El jueves 23, el señor presidente se dirigió a la Nación para informar de que el viernes 24 irá a la Asamblea Nacional para entregarle el proyecto de la Ley de Creación de Oportunidades, esencial para el objetivo propuesto. Cuando el señor Lasso habla al país se muestra persuasivo, caballero, rodeado de un halo de dignidad y de grandeza. Si hablara cada semana o al menos cada quince días, mantendría la confianza que la gente le ha dado; aunque el impuesto patrimonial contenido en tal ley podría ser un tiro en el pie, pues a muchos parecerá injusta.
¡Y vaya que necesita de tal confianza a corazón lleno! Ecuador está en grave crisis por las mafias de las drogas; la tentación, para policías y militares, de aliarse con ellas, como ocurrió en Venezuela; las mafias en el Instituto de Seguridad Social, integradas no solo por funcionarios y servidores públicos propios, sino también ajenos de otras instituciones del Estado, empresarios morosos y, por tanto, muy crueles, y por algunas clínicas particulares. Y esto viene a ser, solamente, como un botón de muestra, a más de una Asamblea Nacional impredecible en la que hay, junto a gente honorable, empanadas, fiebre de oro, miopía, medievalismo, hostilidad, es decir, “primero yo y después el país”.
Si este estado de crisis llevara al señor Lasso a una Consulta, lo más probable es que la Asamblea se opondría. “Establecer una plena democracia regida por el Estado de Derecho” es el objetivo del citado plan de trabajo del gobierno y, por tanto, el retorno a la Constitución de 1998 se vuelve perentorio. Para esto hay una solución en la del 2008. Y si esta fallara, le quedaría la muerte cruzada. El señor presidente tiene el poder formal de haber sido elegido y debe mostrar que tiene también el poder real. El expresidente uruguayo Julio María Sanguinetti afirmaba: “El poder debe estar siempre arriba, puede estar afuera, pero nunca abajo”. Hay madera para esto en nuestro mandatario: lo hemos visto en esta semana. No lo dejemos solo. Asumamos nuestra condición de ciudadanos, pues somos la fuente del poder político. Sin nosotros, nada puede. Sin él, tampoco podremos. El cartero no llama dos veces.