El día de ayer acaban de asumir su mandato las nuevas autoridades de los Gobiernos Autónomos Descentralizados (GAD) Provinciales, municipales y parroquiales.
Mucho de lo que puedan hacer va a depender de los apoyos o respaldo político con que cuenten, de la disponibilidad financiera, del recurso humano y en sí de la capacidad institucional de cada GAD.
Sin embargo, la situación general del país no es la más halagadora. Los serios problemas fiscales que tiene el Estado van a ser una dificultad, así como el impulso y fortalecimiento que pueda darse a la descentralización desde el gobierno central.
Sobre esto último preocupa el anuncio hecho por el presidente Lenin Moreno de la eliminación de la Secretaría Nacional de Planificación (Senplades) y su transformación en una dependencia adscrita a la presidencia de la República, con menor peso y relevancia, llamada “Planifica Ecuador”.
Si antes la Senplades, conjuntamente con el Consejo Nacional de Competencias (CNC), cumplió un papel relevante en la coordinación de la planificación a nivel nacional, la promoción de la descentralización y fortalecimiento de las competencias de los GADs, surge la duda de lo que va a pasar con esta nueva secretaría técnica.
¿Por esta necesidad de achicar el tamaño del Estado, eliminando la Senplades, no hay el riesgo de que la planificación del Estado se vea truncada? Es cierto que el régimen anterior, en este afán de concentrar el poder en una sola persona, derivó negativamente al final del mandato en centralista y altamente corrupto. Sin embargo, tengo la impresión que, con esta eliminación de la Senplades, estamos regresando al modelo de Estado neoliberal y nulo para la planificación, propio de los años ochenta.
Parece que hemos viajado en el tiempo y hemos regresado al pasado. No para bien sino para mal. Sí, como que todos esos desafíos que nos planteamos hace pocos años (mucho más, cuando se aprobó el Cootad, el Código de Planificación y Finanzas Públicas) de promover la descentralización, romper con los desequilibrios regionales, reducir la exclusión social y los bajos niveles de desarrollo a nivel subnacional, mejorar la articulación entre niveles de gobierno, entre otros, ha quedado trunco.
Incluso me preocupa cuando del lado del gobierno nacional (e incluso local) no se habla de mejorar el sistema nacional de planificación, de vincular el desarrollo con el ordenamiento territorial, de fortalecer la autonomía de los GADs, de mejorar la gobernanza multi nivel, de hablar de trasparencia, lucha contra la corrupción y democracia a nivel subnacional.
La planificación para un Estado es fundamental, sobre todo desde la perspectiva estratégica y de largo plazo. No se la puede soslayar ni debilitar. El éxito de China, Corea del Sur y otros países del sudeste asiático se debe justamente a la planificación.
Veamos entonces si con esta nueva secretaría se le da a la planificación el peso e importancia que debería tener.