Cuesta creer que este proceso es significativamente diferente. A medida que pasa el tiempo, la ilusión que en un inicio despertó el presidente Lenín Moreno se va diluyendo y, al tiempo, choca estrepitosamente con la realidad.
Y es que después de 10 años de abuso, cinismo y prepotencia, Moreno, con un discurso de diálogo y reconciliación nacional, nos hizo soñar de nuevo.
Incluso, todo fue más creíble cuando, en lugar de mantener una actitud obsecuente con respecto del expresidente Rafael Correa, incorporó parte de los postulados de la oposición y de la plataforma de lucha de las organizaciones sociales, de las mujeres, de los perseguidos, de los periodistas, de los demócratas de este país.
Sin embargo, al igual que en el amor, los hechos son más contundentes que las palabras. Desde el primer día en que tomó posesión y cuando comenzó a marcar distancia con Correa, generaba serias dudas que, pese al cambio de estilo, seguían a su lado “insignes” representantes de la Revolución Ciudadana: María Fernanda Espinosa, Ricardo Patiño, Paola Pabón, Miguel Carvajal, Fander Falconí… No sigo. Necesitaría algunas páginas para nombrar a todos.
Pese a que ahora algunos de ellos no están con Moreno, aceptamos la estridencia. No solo de su presencia sino del nuevo ropaje que comenzaron a usar. De pronto, incorporaron en su léxico las palabras transparencia, diálogo, democracia y libertad.
Y aunque Moreno dio giros significativos en el campo político, “comenzamos a caer en la cuenta” (disculpen el término) cuando constatamos que el manejo de la economía y la política exterior se mantenían intactos.
Pero el golpe que nos llevó a ver de frente la realidad fueron las escandalosas afirmaciones del ex secretario de la presidencia, Eduardo Mangas. “Perdimos la primera vuelta y perdimos la segunda vuelta también, eso no fue ganado”. “No vamos a ceder en nada pero tenemos que dialogar. (Es preferible) que se sientan escuchados”.
No obstante, a veces la ilusión es más poderosa. Ahora no solo tenemos que ver sino incluso volver a creer que todo es perfecto. Que no hay argumentos jurídicos para enjuiciar políticamente a Jorge Glas. No sabemos si es porque tienen que seguir protegiendo a los compañeros de partido y al proyecto político, porque no les incomoda (como sucedió durante 10 años) la corrupción o temen que Glas hable demás…
Que la terna presentada por Moreno es lo mejor que podía esperar el Ecuador… Que lo que importa y debía pesar para la designación del nuevo vicepresidente es el fervor y la pasión que muestren sus cuadros con los principios del proyecto caduco.
Solo nos falta dar un paso más: la consulta popular. Y nos piden que pongamos sí a todo. Sin embargo, es necesario decirles que será con dudas y condiciones. No convencen. Y es que lo fundamental no solo pasa por descorreizar el país sino reinstitucionalizarlo y democratizarlo más allá de cualquier interés partidista.