Redoble de tambores: ha fallecido un hombre bueno que sirvió al prójimo sin darse tregua, el Dr. Marcelo Moreano Dávila, cardiólogo.
Fuimos condiscípulos en el 4to Curso, en el Colegio San Gabriel, y durante los primeros cuatro años de Medicina en la Universidad Central del Ecuador (UCE). Me gradué en Madrid, ello no obstante me consideré, me consideraron, formando parte de la Promoción del 55, de muy distinguida trayectoria. Le conocí al Dr. Moreano desde siempre: buen estudiante, amable, sereno, pero eso sí capaz de romper lanzas ante una injusticia.
En el San Gabriel, profesor de literatura el cura Sánchez, español de aquellos que yo los sitúo como descendientes de la bestia ibérica. Me cobró un odio feroz desde cuando leyó el final de un cuento que había escrito, como deber: el huasicama echado a patadas por el hacendado. “Su poncho, un punto rojo que fue perdiéndose en la nada. ¡Rojo como su tradición, rojo como su historia!” No fue más, en cuanto se iniciaba la clase el cura Sánchez ordenaba ponerme de rodillas ante el curso. ¡No hay derecho, padre Sánchez. Rodrigo no ha hecho nada y usted le manda arrodillarse!, Marcelo Moreano. Concluyo el agravio.
En la universidad, Marcelo siempre acompañado por Elsy Barragán, condiscípula. Se casaron y se graduaron juntos. Una familia de principios éticos y morales.
La cardiología en Quito daba sus primeros pasos. Se imponía hacer la especialidad en el exterior. El Dr. Moreano lo hizo en La Habana y en Chicago. Retornó bien preparado a sumarse a ese grupo liderado por Augusto Bonilla que hizo del Hospital Militar un referente de la medicina nacional. Cuando la Junta Militar de Gobierno intervino en la UCE, el Dr. Moreano fue uno de los encargados de la reorganización de la Facultad de Medicina. Personalmente, se impuso la tarea de dirigir la cátedra de Fisiopatología, una de las ciencias básicas de ese entonces. Le acompañamos en tal empeño Frank Weilbauer, Eduardo Villacís, René Franco y yo.
De gran prestigio el Dr. Moreano. Presidente de la Academia Ecuatoriana de Medicina. Años después Marcelo y Fernando Bustamante propusieron mi nombre y fui elegido presidente de la noble institución. Cuando nos empeñamos en realizar las Primeras Jornadas Ecuatorianas de Biopatología Andina y Tropical, contamos con el apoyo imponderable de Gabriel Ordóñez Nieto, Marcelo Moreano, José Ruiz y Guillermo Troya.
Fue el cardiólogo clínico Dr. Moreano quien se empeñó en que como una política de Estado se creara en el MSP un programa de control y tratamiento de la Fiebre Reumática y su secuela la carditis reumática, flagelo de las clases sociales desprotegidas. ¡La medicina preventiva! Uno de sus hijos, que lleva su nombre, es salubrista.
Por bueno, generoso, médico ejemplar, Marcelo Moreano con su chispa de energía se habrá reintegrado a la luz.