El rincón del vago

Conocido el sitio de Internet de nombre sugestivo http://www.rincondelvago.com/, para consultas rápidas de estudiantes, tomó relevancia política cuando se estableció que la tesis para el título profesional de uno de los actores más importantes del poder público en el Ecuador tenía extensos textos trasladados desde ese “rincón”, sin citar la fuente. Lo cual, estoy seguro, no solo lo hizo aquél, pero en su caso fue muy publicitado.

Días atrás, una investigación periodística evidenció que fallos dictados a nivel de jueces de la Corte Nacional de Justicia, en trámites de casación, también transcribían textos del sitio indicado, de Wikipedia y de otros sitios de acceso fácil, que se alimentan porque alguien aporta la información o un punto de vista, al extremo que los propios sitios de Internet precisan que la confiabilidad de sus textos solo depende de quien generó la información o la opinión y que no asumen la responsabilidad de lo que ahí aparece. Todo aquello parecería de Ripley, “aunque usted no lo crea”; y, evidenciaría que concursos formales con entrevistas finales para ajustes de puntos han conducido en algunos casos –aspiro que sean pocos- a beneficiar a quienes tienen preocupantes limitaciones académicas.

En mis tiempos de estudiante de derecho y del ejercicio activo de la docencia en las facultades de Jurisprudencia de la Universidad de Guayaquil, de la Católica y de la Laica de esta ciudad, no era imaginable en lo doctrinario y en lo jurisprudencial citas de fuentes no académicas, a veces en oposición, porque estas bien sustentadas enriquecen la reflexión y la toma de posición en puntos de derecho.

Mi hijo León Xavier estudia derecho en la UEES en Guayaquil y siento el rescate de lo académico, cuando los exámenes o evaluaciones ya no van solo a la memoria o al conocimiento de los estudiantes, sino al razonamiento, permitiéndose inclusive que se realicen con libros, computadoras y tablets abiertos, porque se les presentan casos, hipótesis, y no solo preguntas.

En varias ocasiones, en esta columna, se ha demandado de la Academia revisiones de fallos de ministros de la Corte Nacional de Justicia, para que desaparezca, de ser posible, el tufo acusado de que los fallos que se dictan –y también los de instancias inferiores- deben responder a la voluntad de quienes ejercen el poder y su entorno, en caso contrario, los jueces son suspendidos, destituidos o enjuiciados.

No es que los gobernantes deben someterse ante sus contradictores, pero tampoco lo otro: o se alinean los jueces o son “ajusticiados”.

No son solo los edificios, ni los sistemas informáticos, ni las remuneraciones –que está muy bien que se actualicen y mejoren- ni el número de causas despachadas, lo que evidenciará el cambio de la Función Judicial, sino la calidad de la justicia.

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