Milagros Aguirre
¿Ricos?
Eran ricos pero no lo sabían. Tenían sus casas grandes y frescas donde juntarse todos, contar sus sueños, reír, tomar chicha, mecerse en la hamaca. Madrugar para ir de cacería, trabajar en la chacra. Jugar pelota y lanzarse al río y chapotear en sus aguas en los días más calurosos. Una vida tranquila. Espacio fresco rodeados de verde, con árboles que dan sombra y que atraen a la lluvia y donde los pájaros mochileros solían hacer sus nidos.
Hoy creen que serán ricos, a pesar de estar empobrecidos. Tendrán Internet, pero no tendrán tierra. Los niños y jóvenes pasarán horas mirando a una pantalla, sumando amigos en el Facebook y ya no jugarán pelota ni saltarán la cuerda. Los niños y jovencitos vivirán en internados de paredes de lujo y pizarras digitales, pero lejos de sus padres y abuelos. Hablarán castellano y poco a poco olvidarán su lengua materna y con ella, sus relatos y su literatura. Tendrán sus pequeñas casas calurosas, adosadas unas a otras, como en condominio de gran ciudad, hasta con nombre en la puerta. Y las reuniones comunitarias las tendrán que hacer en las bancas del malecón a pleno sol porque no hay árboles que den sombra.
Se llenarán de electrodomésticos, de novelerías, pantallas LED y equipos de sonido. Pero habrán perdido la paz. Sin animales para ir de cacería -cada vez hay menos-. Sin chacra donde cultivar la yuca y el plátano. Esperarán que se instale alguna tienda para comer atún y fideos y algún comerciante llenará sus bolsillos a costa de la demanda, vendiendo más caras las cosas por los costos del transporte. Las mañanas serán sin trinos de pájaros, que han huido luego de que tumbaran los árboles con sus nidos para hacer los malecones de cemento.
A alguna gente de por la ribera del Napo le han dicho que para vivir en el nuevo pueblo del milenio selvático mejor tener todo nuevo, casa nueva es vida nueva… que quemen sus cosas -y sus antiguas viviendas-, que arda el pasado en los fuegos del infierno, que hoy todo tiene que ser nuevo porque nuevo es el mundo que vivimos, porque el pasado siempre fue terrible, oscuro, sin matices y porque hoy, apenas hoy, se ha construido un país. Hay quienes se resisten y han guardado la hamaca y los recuerdos a buen recaudo mientras reciben, con gratitud, el colchón nuevo que merece la casita de "hormi2".
Casi todos han aceptado con beneplácito los regalos y las ofertas y con aplausos, las casas. Ahora abundarán las camisetas con los logos de todos los partidos y los nombres de cuanto candidato aparezca a visitarlos y a brindar generosamente el agasajo navideño que incluye sacos llenos de juguetes baratos para entregarlos a niños pobres.
La selva era rica. En poco tiempo más se habrá agotado del todo. Pueblos del milenio a cambio de olvidar la cultura milenaria. Nadie sabe lo que tiene… hasta que lo pierde.