Un plan trascendental en el campo social es dotar de vivienda buena y barata a los habitantes de la capital ecuatoriana, cuando la población ha aumentado hasta los 3 millones de habitantes, lo que obliga a repensar si la vivienda debe aumentar en lo suburbano y en los valles, cuya dotación de servicios básicos como agua, alcantarillado y carreteras resultan muy caros para la Municipalidad y por tanto al bolsillo de quienes habitamos en nuestra amada ciudad.
Al respecto se puede revalorizar la vivienda existente evitando el desperdicio que implica mantener casas deshabitadas por ejemplo en el Centro Histórico y la Mariscal, debido a que la actividad económica se trasladó al centro norte. Entonces cabe revalorizar estas propiedades que son muy útiles si se hace un programa solvente de migración hacia viviendas antiguas pero bien mantenidas, para bajar la presión social y moderar los precios.
Planteo que la Municipalidad emprenda con la participación del capital privado en un programa ambicioso pero realizable para que las oficinas y casas deshabitadas o inconclusas de la Mariscal sean regeneradas y puestas en valor para tener vivienda buena y no cara, con una inversión rentable basada en un afán de lucro moderado, para bajar el actual lucro cesante de los propietarios.
Las empresas, que ya no pueden vender viviendas nuevas en sitios de alta plusvalía, deberían hacer lo necesario para arreglar los sitios desocupados también en el Centro Histórico que van a ser revalorizados cuando funcione el Metro.
Para hacer este cambio importante la Alcaldía debe ser ágil y ofrecer las facilidades en los trámites y, por su parte, los bancos dar créditos accesibles a las empresas y a los futuros compradores.
Para empezar se necesita un plan de investigación, como se ha hecho en Madrid y Barcelona, que les ha dado a los españoles una idea clara de qué hacer, en dónde y con qué características, de acuerdo a la población objetivo que quiera vivir mejor. Su asesoría puede ser gestionada si se trabaja con eficiencia y vocación social.