Corea del Norte -el último enclave estalinista- es el Estado más militarizado del planeta. Tiene un ejército de 1’200.000 soldados en una población de 22 millones de habitantes, con un presupuesto de defensa superior a los 5.000 millones de dólares anuales, que representa más del 30% de su PIB. Posee 820 aviones de guerra, 4.200 tanques -aunque buena parte de su aviación y artillería es obsoleta puesto que data de la época soviética- y alrededor de mil misiles de mediano y corto alcance, algunos de ellos capaces de portar ojivas nucleares: Scud-B, Scud-C, Rodong, Taepodong-3, Musudan-1, KN-08. Con base en onerosas compras de tecnología nuclear en el mercado negro de las redes clandestinas realizó en el 2006 su primera prueba nuclear .
China condenó la prueba y acusó al gobierno de Pyongyang de haber “ignorado la oposición de la comunidad internacional”. El Consejo de Seguridad aprobó, con el voto unánime de sus 15 miembros, sanciones comerciales, bloqueos y embargos. Pero bajo ese gran aparato militar yace un pueblo que se muere de hambre y que incurre en prácticas canibalescas para poder subsistir. Cada año mueren miles de seres humanos por desnutrición.
El “Programa Mundial de Alimentos” afirmó que 8,7 millones de norcoreanos -40% de la población- pasan hambre .
El país está gobernado por un joven fanfarrón y tontivano llamado Kim Jong-un, que heredó de su papá el poder dictatorial. En esa curiosa dinastía comunista el poder pasó por la vía hereditaria del abuelo Kim Il-Sung -que gobernó por 46 años- a su hijo Kim Jong-Il -17 años en el poder- y después a su nieto Kim Jong-un, que ocupó el trono en el 2011.
Y junto al poder heredó también la megalomanía de sus antepasados. ¡Y hay que ver qué culto a la personalidad se gastaron esos señores! Los ditirambos e hipérboles quedaron cortos para encumbrar a la dinastía. El abuelo se hacía llamar “el guerrero más grande de todos los tiempos”, el padre era tenido como la “estrella orientadora de la nación”. Y el tontito actual no se queda atrás: lo llaman “genio de genios” y ha mandado componer canciones de loas en su honor .
Pues bien, en una de sus bravuconadas, el palurdo y desquiciado joven ha amenazado con un ataque atómico a Surcorea y EEUU.
Pero nadie se asuste. Nada pasará. Lo que vemos y oímos son puras baladronadas. Y la historia de ellas es larga. En febrero 2003 Pyongyang amenazó con un “ataque preventivo” a los EEUU. Tres años después volvieron las amenazas nucleares. En el 2010 nuevamente hablaron de “guerra total” contra Surcorea y sus aliados. Hoy mencionan una “ofensiva nuclear inmediata y sin piedad”.
El joven Kim Jong-un es de esos gobernantes cuya primera prioridad es ser noticia. Y, mejor, si es noticia internacional. Hace y dice cualquier disparate para que su nombre aparezca en los medios del mundo.