La ambición y el interés desmedido han dividido a la patria en parcelas cerradas con muros aparentemente indestructibles, de ideologías y fanatismos inamovibles. El país mayoritario anhela un cambio de gobierno, pues al concluir una década de una gestión que nació con ofrecimientos de lograr justicia social, equidad, fiscalización y fin de la corrupción, no nos deja más que expresiones fútiles. Sin embargo un liderazgo muy fuerte fusionó al movimiento que nos rige e integró, en una amalgama distorsionada, a comunistas, socialistas, liberales, centristas, conservadores, demócratas cristianos, social demócratas y otros, así como a segmentos de sindicatos, gremios, etnias y colectividades sociales, todos unidos por el populismo y la personalidad absorbente del líder. Han actuado al unísono y dejado de lado su pensamiento político reemplazándolo por la comodidad burocrática y la consecuente seguridad económica. Los grupos políticos y sociales derrotados, no escaparon tampoco, en un inicio, al mitológico canto de sirenas y su espejismo y hechizo de atractivo seductor (las promesas de campaña) que al igual que a Ulises y sus marinos, los han llevado a una situación abrumadora, que les ha hecho estrellar su navío (la patria) contra los arrecifes (democracia desintegrada) y naufragar (hundirse en el mar embravecido de severa angustia económica y de total falta de libertad de expresión ) en un agobiante clima de, enorme y no cuantificada, deuda de varios miles de millones de dólares y de la venta anticipada de la producción petrolera.
Parecía que la sensatez había impulsado los esfuerzos de la oposición para llegar a una unidad programática, antes que ideológica, orientada a conseguir dos objetivos comunes: triunfar en las elecciones de 2017 , en desmedro del movimiento que ha dado ejemplo de triunfalismo utilizando una difusa mezcla doctrinaria, muy utilitaria.
Con esa experiencia, se unieron varias tendencias opositoras y alentaron la esperanza de establecer, en forma generosa, un acuerdo histórico y trascendente, de manera similar a lo acontecido en otros países como Chile y Venezuela, para concluir con el prolongado período de abusos e injusticias.
Lamentablemente el buen juicio se desmorona, poco a poco, y pululan ya las ambiciosas ansias y un sinnúmero de candidaturas, que dividirán al electorado inconforme y facilitarán a los gobernantes su retorno al poder, con disgusto de muchos, en este país empobrecido y herido de prepotencia y corrupción.
La nación anhela su salvación. No dividan al electorado, aseguren objetivos, no acentúen sus pequeñas diferencias, la patria requiere cambios para su subsistencia, la sus hijos y la de sus nietos en un porvenir seguro y limpio. Postúlense como pre candidatos, y sométanse a elecciones primarias, Logren un parlamento de consenso.¿Imposible? ¿Difícil?
Es la única alternativa de rescate… se debilita, no la desaparezcan.