Las redes sociales recogen una frase lapidaria del candidato oficial, emitida con ocasión de las entrevistas concedidas por el prófugo de la justicia, otrora hombre fuerte del gobierno, que estuvo encumbrado en las más altas funciones de los entes encargados de la administración petrolera, cuyas declaraciones ponen al menos en entredicho la supuesta infalibilidad del régimen en esta materia, e irradia más de una sombra hacia la pulcritud de los procesos en que estuvieron en juego miles de millones de dólares. Ha dicho: “lo único que hace bien un criminal es mentir”. Si la aseveración emanada tiene como blanco al ex ministro de Energía embarrado en una red de corrupción, resulta espeluznante que por casi más de una década en la que participó directamente en negociaciones trascendentales para el país, ningún otro miembro del gobierno percibió el más mínimo atisbo de que habían encargado la gestión petrolera a un personaje ahora descalificado. Pero no sólo eso. La declaración trae a la memoria el comportamiento de varios personajes de la política latinoamericana que, ante los procesos judiciales que han debido enfrentar por sus prácticas reñidas con la moral y la ética, han usado como arma de defensa la descalificación de sus oponentes y la proclama a ultranza de su supuesta inocencia. ¿Acaso el principal líder izquierdista de Brasil al que, entre otras imputaciones, se le ha endilgado que tiene a su disposición un departamento de lujo comprado por una empresa constructora que ha celebrado millonarios contratos con el estado brasileño, no ha negado y repudiado esos hechos que se le imputan?
La señora Kirchner afirma que todo lo que se le acusa es producto de una persecución política. Las causas que se le han abierto por haber recibido millones de dólares del principal contratista de la obra pública en Argentina, por el supuesto hospedaje de fantasmas que jamás ocuparon sus habitaciones en los hoteles de la ex-familia presidencial, a decir de la ex-gobernante es un invento de sus contrincantes y que ella es una mártir perseguida por sus posiciones políticas. Negarlo todo ha sido su ardid, pero las tramas y mentiras poco a poco son develadas por la investigación a cargo de la justicia.
En Perú un expresidente también está comprometido por declaraciones de ex funcionarios de la empresa Odebrecht que afirman entregaron a un emisario suyo varios millones de dólares; es más, lo acusan de haber participado directamente en las negociaciones con los principales de esa constructora. Él lo ha negado a rajatabla, pero el tinglado de mentiras se va quedando sin piso por las evidencias que poco a poco aparecen y sustentan las inquietudes.
Sin ir muy lejos, ¿Recuerdan cómo el ex-funcionario de marras, ahora escondido en Miami, se paseaba por las radios locales hablando de su supuesta límpida gestión y de su intachable honorabilidad? ¿Contrapuntos hoy cuando las loas mutuas eran lo más común en el reciente pasado? ¿Habrán otros incompetentes y corruptos dentro de la administración cuya presencia las autoridades aún no se han percatado?