En mi trabajo tengo la oportunidad de tratar frecuentemente con personas que consumen algún tipo de droga, como la marihuana; encuentro que la gran mayoría de la gente que lo hace, piensa que esta no hace daño, o que al menos no tanto como el tabaco o el alcohol.
Yo misma, cuando solía consumirla, argumentaba lo mismo para justificarme, mientras hay quienes hablan de consumo responsable. Sin embargo, justificaciones más o justificaciones menos, la marihuana sigue siendo una droga peligrosa. Cuando una persona está intoxicada, su sentido de responsabilidad desaparece. Es decir, estando bajo el influjo de alguna droga – y la marihuana desde luego está incluida- se puede hacer daño, tanto a nosotros como a otras personas, aún sin intención. Otro mito generalizado – y erróneo- es que el fumar marihuana no genera adicción.
Circulan muchas mentiras, y otro tanto de realidades, acerca de esta sustancia, que aunque proviene de una planta y podría denominarse como una droga natural, está tan, o aún más, contaminada que los cultivos comerciales. Su cultivo es ilegal, es imposible regular los químicos que se utilizan en el cuidado y preservación de las plantas .
La marihuana es un depresor del sistema nervioso central, ciertamente puede actuar como tranquilizante o analgésico e incluso como auxiliar en tratamientos de quimioterapia, pero no todas las personas que buscan consumirla lo hacen con fines terapéuticos, la mayoría lo hace para lograr estados alterados de conciencia.
Los efectos inmediatos son una sensación de resequedad en la boca y garganta, disminución en el número de latidos del corazón por minuto, torpeza en la coordinación de movimientos y equilibrio, lentitud en los reflejos, distorsión en la percepción del tiempo y distancia, fallas en la memoria y en la capacidad de incorporar, organizar y retener información, vasos sanguíneos de los ojos dilatados, hilaridad incontenible, hambre.
Dependiendo de la dosis y de la persona, pueden presentarse paranoia y problemas mentales como psicosis tóxica o síndrome amotivacional. El consumirla puede provocar accidentes automovilísticos por somnolencia o falta de capacidad para reaccionar ante cualquier eventualidad. Uno de los principales riesgos que trae el consumirla es que a la persona se le hace muy fácil pasar a otras drogas; si de pronto le parece que “no pasa nada” al drogarse con marihuana, cuando se le presente la oportunidad de probar otra, será mucho más probable que lo haga, dando inicio a una cadena de consumo y eventualmente de adicción, y es entonces cuando ya no medimos las consecuencias de los daños que podemos causar.