Mientras se apagaba la vida de uno de los hombres más relevantes del país, en los recintos de la U. Andina nacía públicamente el Foro Permanente de Quito, una expresión ciudadana que por ahora reúne a más de 30 organizaciones de la sociedad civil de la capital.
Raúl Baca Carbo falleció en estos días. No solo que se fue uno de los políticos más democráticos y capacitados de los últimos 30 años, sino y sobre todo uno de los mayores referentes públicos de honradez, compromiso social, tolerancia y calidad humana.
Nacido en Quito ejerció de Alcalde de Guayaquil y de Prefecto del Guayas. Fue uno de los dirigentes de Izquierda Democrática, presidente del Congreso, Ministro de Bienestar Social, Energía y Minas. Su pensamiento socialdemócrata y su práctica se manifestaron en el respeto al otro, el antidogmatismo y la pluralidad.
Su paso por la política deja una herencia de lucha y frontalidad. En los últimos años fue crítico, no metió la cabeza en el hoyo. Su mayor legado: la sencillez y la honradez. No hizo de la función pública un pretexto para el asalto a los fondos públicos. Su hoja de vida pulcra e impecable. Luego de tan altos cargos públicos, vivió con dignidad, pero con ajustados recursos económicos. A pesar de su edad y enfermedad trabajó hasta el último para llevar el pan a su casa.
La honradez y la calidad humana son la mejor ofrenda de Raúl Baca a la política ecuatoriana hoy tan plagada de prepotencia, sumisión, oportunismo, renuncia a los principios y de presunta purulencia generalizada. Su ejemplo sirve para señalar que sí hay política honesta y políticos incorruptibles, como algunos de su generación que aún viven y otros de las siguientes que entienden la política como ética, como servicio a los demás, particularmente a los humildes.
Raúl Baca creyó en el Estado y en su presencia organizadora y redistribuidora, pero ante todo creyó en la sociedad civil. En los últimos 14 años de su vida fue uno de los fundadores y militantes de varias instancias ciudadanas: el Observatorio de la Niñez y Adolescencia, el Observatorio de la Política Fiscal y el Contrato Social por la Educación.
Por esto, el Foro Permanente de Quito, que nació justo cuando Raúl Baca moría, debería recoger su herencia ética y militante. Con este Foro se reimpulsa una sociedad civil temporalmente miedosa, embobada por el marketing oficial y el consumismo.
La sociedad civil quiteña se despierta. Quiere ser escuchada y desea hablar, proponer y hacer seguimiento de las políticas públicas de la ciudad. El nuevo Alcalde debería estar a la altura para responder a esta contenida participación social, que en estos días experimenta una nueva frustración y represamiento por acción del CNE que ha anulado por supuestos problemas las legítimas firmas de los Yasunidos. Raúl, ¿qué opinas?