Luego de la gran victoria electoral de Correa, imaginé que los participantes a la marcha del FUT (Frente Unitario de los Trabajadores), este 1 de mayo, no serían numerosos mientras la marcha convocada por el gobierno tendría mayor convocatoria. Aconteció lo contrario.
El gobierno desplazó al FUT de San Francisco, para convertirle en su escenario final -la puesta en escena es decisiva en la actuación presidencial-, estuvo lleno de los canales de TV, de toda la prensa, de un imponente escenario y sistema de música como el acostumbrado en las concentraciones presidenciales, de buenos grupos de música, de música bien elaborada que impacta, capta e integra a todos en un carnaval que ya es usanza en las movilizaciones presidenciales. Las emociones priman.
En la otra manifestación, reducida al espacio de Santo Domingo, un escenarito, la música fue la de los discursos de siempre, en tono de reivindicación; la necesidad de innovación es clara en este lado. Predominan quejas contra abusos del poder, la destrucción creciente de la contratación colectiva o de los sindicatos, la defensa del IESS con los recursos de sus afiliados que quiere administrar el Gobierno, y el negro y blanco para condenar al Gobierno.
La prensa pasó veloz para captar imágenes y algún dato. El ritual de los caminantes del FUT es llegar al destino y encontrarse entre amigos, algunos van rápido a festejar en sus asociaciones desoyendo los discursos.
En San Francisco el ritual era Correa, todo estaba preparado para él y oírle. Pero no dijo nada nuevo, el país de desastre que recibió, los cambios logrados que no reconocerían los condenables de siempre: el izquierdismo infantil, el ecologismo infantil y el indigenismo también infantil. Lo nuevo fue el énfasis en disciplinar: contra los que creen que revolución es destruir empresas o dañar el aparato productivo. Y contrariamente a los sindicatos que ven caer sus organizaciones, el gobierno ve su incremento, con informales, artesanos, empleadas domésticas, barrios todos son pues trabajadores; sería el gobierno de los trabajadores.
La marcha del FUT une sindicatos de trabajadores asalariados sobre todo, a contestatarios de la sociedad y núcleos de otras izquierdas.
Los movilizados del lado del gobierno, las bases de AP, ministros, funcionarios, informales, gente de proyectos sociales, cientos de buses de provincias, grupos de izquierda que ponen ahínco en pedir mayor radicalidad revolucionaria en el preciso momento en que el gobierno “cambia de rumbo” o pasa a “otra etapa”.
Fue así una escenificación sugestiva de la estrategia presidencial de la radicalidad del discurso que capta a esta izquierda y esta se ve en plena revolución, mientras Correa acelera su dirección en otro sentido y ahonda su empeño en disciplinar la sociedad, sobre todo a los radicales, los que sí creen en revolución.