Tal como está la correlación de debilidades políticas, cabe hacer concesiones a la realidad y transar lo deseable con lo posible. La Mediocracia (Alain Deneault) que emana de un Ejecutivo indeciso e inestable y una Asamblea que tampoco está a la altura de las circunstancias, no permite esperar una política pública que confiera confianza en el Ecuador y disminuya el riesgo país. Pero algo hay que hacer para bajar el déficit fiscal sin que se precise de la aprobación de la Asamblea, mediante la racionalización de los subsidios para mantener solo los estrictamente necesarios y no dar a quienes no lo necesitan.
Considerando que debido a un trabajo esforzado y técnicamente eficiente, la industria camaronera, la atunera y de productos del mar y el sector bananero, han alcanzado una productividad consolidada que les permite competir exitosamente en el mercado mundial y batir record de exportaciones que suman alrededor de USD 10.000 millones anuales, no es justo que sigan recibiendo el subsidio al diesel, cuyo uso representa un porcentaje mínimo del costo total, teniendo la alternativa de migrar al uso de la energía eléctrica que sobra en el país.
Incluso los transportistas pesados deben pagar el precio internacional del diesel, aunque suban un poco los fletes de transporte de mercaderías que pagarán los que consuman dichas mercaderías, pero no todos los ecuatorianos, teniendo en cuenta que será una alza pequeña que bien pueden absorber los sectores concernidos .
En cuanto a la gasolina subsidiada se ha constatado que las medidas tímidas han aumentado su consumo, la contaminación por su mala calidad e impulsado la excesiva importación de automotores de uso mayoritariamente unipersonal, por todo lo cual es lógico aplicar una política pública firme, gradual y monitoreable para acercarse a los precios internacionales, aunque suban un poco los pasajes de buses, porque la población ya entiende que en algunos casos como el de Quito tal subida es inevitable. Solo así podemos viabilizar la importación libre de todos los combustibles para vivir una economía real, predecible con costos internacionales que eliminen el contrabando.
Si bien puede aumentar un poco la inflación en los dos meses inmediatos, luego disminuirá y se marcará un punto de inflexión de la política pública para el ordenamiento económico que dará un impulso seguro a la producción del país. Decisiones como estas darán confianza y certidumbre para que los inversionistas traigan sus capitales a un país que al estar dolarizado no sufrirán pérdidas cambiarias al expatriar sus utilidades, como sucede ahora en Argentina. La estabilidad cambiaria es un plus del Ecuador dolarizado que no ha sido destacada como una ventaja importante y estable para los inversores. Porque sin inversión privada el estancamiento será doloroso y la Mediocracia continuará sumiendo a la mitad de los ecuatorianos a una pobreza vergonzosa.
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