Hablando de educación, los maestros dicen…:“Necesitamos atención de salud, mejores salarios, material didáctico, capacitación y valoración de la comunidad”. “Mejorar la comunicación con los directores de las escuelas y con el Ministerio”. “Los padres de familia solo vienen a la escuela cuando hay actos sociales”. “No sabemos cómo trabajar con los niños especiales”. “Los maestros tenemos un rol importante en el desarrollo comunitario”. “Las familias quieren…:“que los profesores sean bien formados y traten bien a mi hija”. “Que haya mayor seguridad alrededor de la escuela donde va mi hijo”. “Que haya más computación, bibliotecas y mobiliario adecuado en la escuela”. “Que no pidan cuotas”. “Abrir bachillerato en sectores rurales”. “Los niños y niñas queremos…:“Que nuestros papás y maestros nos escuchen y sean más cariñosos”. “Que la escuela sea bonita, tenga flores y más juegos”. “Que no manden muchos deberes y las clases sean divertidas”. “Que abran la escuela por la tarde para ir a jugar y tener talleres de arte”. “Que no haya lugares sucios y feos ( …) como los baños y el comedor”.
Estas son las voces de actores claves del hecho educativo que fueron recuperadas por una investigación realizada hace varios años, que son plenamente vigentes. Son las voces que generalmente no se toman en cuenta para emprender las reformas educativas. Expresiones sencillas, tras las cuales se encuentra grandes y profundas verdades, que deberían ser tomadas en cuenta por los tomadores decisión para consensuar un concepto de calidad educativa para el Ecuador.
Estas ideas, aspiraciones y reclamos de maestros, padres, madres y estudiantes, junto el enfoque de derechos humanos, particularmente el principio del “interés superior del niño”, así como los nuevos paradigmas de desarrollo sostenible que plantean transitar del antropocentrismo al concepto del ser humano como parte de la naturaleza; la aspiración de una ciencia y tecnología que no destruya el planeta; la pedagogía crítica latinoamericana; la filosofía andina de pueblos originarios; el pensamiento laico, la democracia y la justicia social, deberían alimentar los contenidos básicos de la calidad educativa que demanda el Ecuador contemporáneo.
Pero en simultáneo, hay que forzar el diseño colectivo del proyecto de país y de un proyecto educativo que lo acompañe. Hay construir una agenda educativa que trabaje simultáneamente en tres o cuatro prioridades, en el marco un nuevo acuerdo nacional por la educación que acelere un pacto social fiscal que le dé legitimidad política y sostenibilidad financiera al cambio educativo, en este momento crisis.
Sin embargo estas buenas ideas requieren ser asumidas por una sociedad todavía adormecida por el correato. Este es el más grande reto.