Los nuevos dignatarios de la Municipalidad deberán aceptar que la belleza de Quito ha sido agredida por la proliferación de rótulos publicitarios distintos a los acordados por la autoridad municipal para precautelar su desarrollo cultural y artístico reconocido a nivel mundial. Los nombres de los establecimientos comerciales se deben colocar en letras negras de metal pegadas a las paredes en forma artística y respetuosa del entorno, pero ahora todo se ha afeado con letreros de colores antiestéticos, incluso con material plástico arrugado por el viento. Hay varias banderas del Ecuador y de Quito sucias y rotas que se exhiben en ventanas de las oficinas municipales, lo que muestra una estrechez de espíritu que irrespeta la belleza.
Cuando funcione el Metro el Centro Histórico se va a poner en valor y va movilizar gran cantidad de turistas nacionales y extranjeros, por lo que es urgente eliminar los avisos publicitarios que dañan la imagen artística de nuestra ciudad. Ante tanto abandono de la estética la nueva Municipalidad debe contratar un equipo esteticista que le asesore para corregir la política de dejar hacer y dejar pasar lo que a cada comerciante de mal gusto se le ocurra.
En el norte de la ciudad es peor, pues han proliferado unas gigantografías plásticas con publicidad, con avisos enormes como las del edificio de Las Cámaras, que en lugar de ser un ejemplo es una agresión visual que irrespeta a nuestra ciudad. El Alcalde y las nuevas autoridades competentes deben frenar esta propensión a usar las paredes, incluso de edificios nuevos y elegantes, que de no ser corregida, Quito será solo un pueblo grande, desordenado y feo. Para esto no solo que hay incuria de los funcionarios municipales sino también el mal gusto de los publicistas antiestéticos que agreden con su parroquianismo evidente.
A fin de elevar la calidad turística y profesionalizar su servicio hay que deponer la soberbia para no hacer lo que nos da la gana, y desarrollar una imagen turística con altura de miras y buen gusto.