Proyecto político y FF.AA.

Las Fuerzas Armadas son una institución que responde a principios y valores permanentes, que las ligan a la defensa de las personas y del patrimonio legítimo de todos y cada uno de los ecuatorianos, sin ninguna discriminación social, económica, cultural, racial, étnica, religiosa, política, ideológica o de cualquier otra índole. Por esta razón y porque la Constitución del Estado lo prohíbe, ningún Gobierno puede pedir a las FF.AA. que apoyen su proyecto político. A los gobiernos las FF.AA. les deben obediencia y lealtad en el marco de la Constitución y las leyes.

Cuando se introduce en los cuarteles, la roña de la política, se abre la puerta a los enfrentamiento fratricidas entre los militares porque entre ellos existen diferentes criterios políticos e ideológicos, que cada cual cuida, responsable y noblemente, que no afloren y se conviertan en motivo de controversias, recelos y mal entendidos o que se los utilice como tema de proselitismo, de adhesiones ilegítimas e ilegales o de facciones que terminan destruyendo la disciplina, la jerarquización, el espíritu de cuerpo y otros valores, sin los cuales las FF.AA. dejan de ser una institución cohesionada, sólida y eficiente, capaz de cumplir las misiones más difíciles y heroicas.

La experiencia demuestra que las discrepancias políticas entre miembros de las FF.AA. pueden ser terriblemente peligrosas y tener desenlaces trágicos, como ocurrió en 1932, cuando varias unidades militares se enfrentaron en la ciudad de Quito, durante los trágicos “4 días”, en respaldo de facciones políticas en pugna, lo que provocó la muerte de alrededor de 2 000 personas, entre militares y civiles, muchos de estos, víctimas inocentes. Trasladando ese desgraciado acontecimiento a la actual población de Quito, estaríamos hablando de 20 000 muertos. Por esta razón, los gobiernos responsables y sensatos deben evitar a todo trance que la política siente sus reales dentro de las FF.AA., y los mandos militares de todos los niveles( oficiales o tropa), pero fundamentalmente el Alto Mando han de cuidar fiel y rigurosamente que nadie intente siquiera pedir a los militares que se comprometan con tal o cual proyecto político.

Los gobiernos son siempre transitorios y efímeros, por más que alarguen su mandato. Las FF.AA. son permanentes. Por lo tanto, no deben comprometer su existencia ligándose, en flagrante violación de claras disposiciones constitucionales y legales, al proyecto político de cualquier Gobierno, por lúcidos, honestos y justos que sean los que lo integren, ya que son seres humanos sujetos a los efectos perniciosos del adulo, el engaño y las tentaciones, tanto más fuertes cuanto mayor es el poder que detenten; gobernantes que además sufren las limitaciones y excesos del propio juicio y temperamento, defectos que pueden arrastrarlos a terribles errores y sumergirlos en degradante corrupción, especialmente si se perpetúan en el poder.