Ese fue el título del ‘Manifiesto del Partido Comunista’ cuya 1ª edición circuló en febrero de 1848 en alemán y luego en inglés, para en el transcurso de tres décadas ser difundido en otros idiomas europeos como el polaco, francés, italiano, húngaro, checo y ruso. Dicho Manifiesto no surgió como inspiración de mentes humanas geniales, sino que fue fruto de 30 años de analizar la nueva economía capitalista que reemplazó a las formas feudales de producción. Los socialistas utópicos Saint Simon, Fourier, Proudom y Owen, delinearon sociedades para trabajo comunitario y el alemán Carlos Marx junto al inglés Federico Engels en base a otras vertientes del conocimiento: filosofía, historia, economía, religión y de la incipiente sociología, escribieron libros individuales y de autoría conjunta para erigir una columna del pensamiento político que se llamó ideología comunista en base a la cual el Estado abolía la propiedad privada de los medios de producción. Había que hacer la revolución a través de un partido político. Lenin desde octubre de 1917 la puso en ejecución verticalmente en Rusia un país feudal. Se instauró la ‘dictadura del proletariado’ para extenderla en otros países europeos bajo la estructura de la I Internacional comunista. Al morir en 1924, José Stalin le sucedió y continuó el dominio en 17 repúblicas bajo el nombre de la URSS. En 1945 al vencer las fuerzas aliadas, Estados Unidos, Inglaterra, Francia y la URSS al nazi-fascismo en la II Guerra Mundial, logró el control político de la mitad del territorio alemán y de otros países como Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Rumania, Bulgaria, Albania y Yugoslavia, para aplicar ese sistema idealizado. Stalin pasó a ser el zar de esos países a través de líderes locales vitalicios. Así sus tropas invadieron Praga y Budapest cuando pidieron menos control soviético. Además, extendió su dominio personal al liderato de Mao Tse-Tung en China, y desplazó sus ejércitos al extremo oriental, a Corea para después de una guerra con EE.UU., instalar la dinastía de Kim Il-Sung en la mitad del territorio. En 60 años está el nieto del líder sumiso. Más al sur en Viet-Nam, también después de otra guerra, instaló al líder comunista Ho Chi-Ming. Hacia 1989 colapsaron esas dictaduras simbolizadas en la destrucción del muro de Berlín. Quedan todavía Corea del Norte – empobrecida- y Cuba, con vida subsidiada desde Venezuela sumida en la pobreza.
Capítulo aparte es la República Popular China, bajo el dominio despótico del partido comunista y con una base capitalista que ha generado -en 25 años- una lista de los hombres más ricos del mundo, igual que en la actual Federación Rusa, que aparenta elecciones democráticas, ‘fraudulentas’ pues Putin estará 16 años en el poder y originó inmensas fortunas en base a antiguos comunistas.