La medicina y quienes la practican como profesión han llegado a tales fronteras como que se ha duplicado la expectativa de vida de los seres humanos. Inclusive en países de menor desarrollo como el nuestro, mujeres y hombres llegan a los 70 años de edad o más. De la medicina curativa a la preventiva y de esta a la predictiva, una cadena ininterrumpida de conquistas científicas y tecnológicas. Van quedando pocas las enfermedades consideradas como incurables. Algunos tipos de cáncer ya son tratados con éxito. Se han llegado a determinar las alteraciones bioquímicas causantes de patologías del comportamiento. Pocos son los microbios que resisten a los antibióticos que van siendo utilizados. Las pestes, comprendidas como la ira de Dios, van desapareciendo a nivel planetario. El síndrome de inmunodeficiencia adquirida, en retirada. Quedan pocos los espacios del cuerpo humano al que no lleguen los cirujanos. Los nuevos fármacos obran prodigios. En esta epopeya, junto a los científicos de otras disciplinas, los médicos, los que ejercen la profesión de curar las enfermedades y prevenirlas. De ahí el prestigio del que gozan en las sociedades de los países civilizados. No es para menos: en ellos concurren vocación, inteligencia y una decisión tal como para sobreponerse a tentaciones como la codicia. En aquellos países, en los que la civilización se ha impuesto a la barbarie, estigmatizar la profesión médica tan solo concebible en una mente enferma, pese a que como todo hay en la viña del Señor también se dan médicos que no honran la profesión.
La clase médica ecuatoriana ha participado en tal epopeya. A partir de los años sesentas del siglo pasado ha demostrado un dinamismo tal como ninguna otra profesión. Entre los médicos, el mayor porcentaje de quienes se han especializado en el exterior venciendo toda suerte de obstáculos como las limitaciones económicas y la barrera de los idiomas. Si de modernidades hablamos, tecnologías de punta como las de imagen o las que utiliza la cardiología intervencionista, dan medida del nivel al que ha llegado el ejercicio de la medicina en nuestro país. En cuanto a investigación científica han sido nuestros médicos los que más han publicado en el exterior, y mayor número de comunicaciones han presentado en congresos de nivel mundial. En el imaginario de la comunidad científica internacional existe nuestro país gracias a sus médicos. Entre las figuras señeras de la sociedad ecuatoriana, numerosos médicos.
Son razones que me llevan a rechazar el Proyecto de Reforma del Código Penal enviado por el presidente Correa a la Asamblea Nacional. Se trata de criminalizar y penalizar “la mala práctica médica” con una línea de pensamiento que lleva a la estigmatización del médico y del ejercicio de la profesión médica en nuestro país.