El botón rojo era la línea de conexión directa entre Washington y Moscú durante la guerra fría. En el momento más agitado de las tensiones, ese botón estuvo a punto de ser presionado. Fue en la llamada crisis de los misiles en Cuba. Se considera que estuvo muy cerca de producirse el detonante de una eventual tercera guerra mundial que habría devastado al planeta.
En la acalorada guerra declarada por la mayoría correista contra el presidente Lasso, el sábado 4 de marzo, 104 asambleístas recomendaron el enjuiciamiento político al jefe de Estado, tras aprobar un atropellado y torpe informe de una comisión ocasional conformada por enemigos declarados del gobierno. El ímpetu y la medianía mental, no les permite examinar las adversas derivaciones para la débil institucionalidad, ahora atacada por las poderosas maquinarias del crimen organizado y del narcotráfico.
El enjuiciamiento político es posible si la Corte Constitucional (CC) emite un dictamen de admisibilidad. Ya se conoce que la argumentación parlamentaria es floja y forzada. Lo previsible sería que la CC inadmita tal pretensión. Ahí, el extremismo acariciaría la vía del tumulto en las calles, para lo cual el señor Iza es un experto, al servicio de opacos intereses y halagado por el caudillo fugitivo del derecho.
Pero, de producirse un dictamen de admisibilidad, al presidente Lasso no le queda más remedio que activar la denominada «muerte cruzada», disolviendo la Asamblea Nacional conforme la facultad prevista en el art. 148 de la Carta Política. Muchos asambleístas saben que retornan a sus pueblos y no volverán. Y se ponen nerviosos. Por eso dudan, calculan y hacen números. Además, la oposición no es homogénea. Ahí hay intereses. Los que existen en la política y en la lucha por el poder. El seguro de vida que montó el ultra presidencialismo, para darle larga vida al caudillo, ahora se invierte. Tal como en la guerra fría, el botón rojo causa recelo y espanto.