Milton Luna Tamayo
Presidente y asambleístas, ¡renuncien!
Cada hora que pasa esto se complica más. Mientras, los políticos enceguecidos profundizan su batalla a muerte, sin percatarse que el escenario a su alrededor se derrumba: terremoto, volcanes en erupción, montañas que se vienen abajo, lluvias torrenciales e inundaciones; asesinatos a funcionarios de hospitales, inocentes transformados en bombas humanas; sicariato, extorsiones, secuestros y suicidios en aumento. Miedo generalizado.
Al mismo tiempo que se cae el mundo y más gente sufre, el gobierno y su jefe, de por sí, débil y sin mayores luces, está dedicado a tiempo complejo a responder a los embates de la oposición desenfrenada, por lo que no atiende adecuadamente los desastres. La politiquería y el crimen organizado hacen más daño que los embates de la naturaleza.
Se acelera la desinstitucionalización del país y la economía, que empezaba a reflotar de la pandemia, se frena a propósito de la crisis política. Muchas empresas medianas y pequeñas reducen su ritmo. Se detienen contratos. Pero hay otro escenario: el Estado bajará su capacidad de gasto. En los próximos meses, mientras dure la guerra política y sus efectos, solo se pagarían sueldos y otros gastos corrientes. Funcionarios con altas responsabilidades, ante la inestabilidad e incertidumbre, no comprometerán sus firmas en inversiones delicadas. Resultado: deterioro de los servicios y estancamiento económico.
A medida que la crisis política impacte en los bolsillos de la gente, el escenario podría variar hacia un mayor rechazo contra toda la clase política vigente. Hoy mismo hay un enorme desprecio: el 91,22% de la población desaprueba a la Asamblea, y el 86,53%, desaprueba al presidente. La indiferencia de la sociedad civil se transformará en rencor y movilización. Ya se escucha que el mejor escenario democrático para salir de la actual pesadilla sería que el presidente renuncie, pero que los asambleístas renuncien también, que asuma el vicepresidente y que se convoque inmediatamente a elecciones generales.