Esta mañana, cada vez más escasos y atemorizados lectores y lectoras, quiero plantearles una pregunta hipotética: ¿qué pasaría si una dictadura fuera autorizada por consulta popular? O, en otras palabras más fáciles, ¿qué pasaría si los ciudadanos de un país determinado, digamos, decidieran por medio de un plebiscito ser gobernados por una dictadura o por un régimen de fuerza? ¿Sería esa dictadura válida y legítima solamente por contar con apoyo popular?
Podría presentarse el caso (hipotético, claro) en que los gobernantes le pregunten a la ciudadanía si, en la práctica, estarían dispuestos a que se instaure o se robustezca un régimen autoritario. ¿Sería por este efecto la dictadura menos dictadura, por así decirlo? ¿Mutaría una dictadura en sistema democrático así como así, por el efecto mágico de las urnas?
Creo que un régimen de fuerza lo sigue siendo incluso cuando ha sido aprobado popularmente, incluso si sus dirigentes cuentan con altos grados de aceptación ciudadana, incluso si todo lo que haga el régimen estuviera diseñado para complacer coyunturalmente a los ciudadanos, por medio de bonos, subsidios y gratificaciones. La sola idea de tamizar por una consulta popular temas que podrían resultar en la concentración de poder o en el ajuste de un atado y bien atado bozal -como el control de los jueces por parte del Ejecutivo o la limitación interesada de la libertad de expresión y de la libertad de comunicación- equivaldría al reforzamiento un sistema político basado en la fuerza y alejado, necesariamente, de la razón y de la sensatez. Aceptar de cualquier forma la premisa de que pueda haber una consulta popular que termine por limitar las libertades y de coartar los principios más básicos de la democracia equivaldría a instaurar una tiranía plebiscitaria.
Con esto quiero decir que las urnas no lo curan todo, no legitiman lo ilegítimo. La mayor fuente de legitimidad de la democracia es el ejercicio sensato y respetuoso del poder. Si la democracia equivaldría solamente a las elecciones y a las consultas, mientras más elecciones y consultas haya, los países serían más y más democráticos. Ese es un razonamiento falso y súper peligroso. Si no que les pregunten a los cubanos, quienes votan en elecciones de pronóstico no-reservado desde hace décadas. O, mejor todavía, que les pregunten a los venezolanos. En Venezuela quien obtiene mayor cantidad de votos pierde las elecciones, salvo, claro, que se trate del propio Presidente, quien puede ser reelecto ad infinitum, gracias a una consulta popular. Advertencia al público: el contenido de este artículo es hipotético y no es, ni podrá ser tenido, como verdadero, ni necesariamente refleja la opinión de su autor.