¿Quién no es político/a? Es la pregunta apropiada. Cada cual tiene opciones políticas y define tendencias con su posición, visión, voto u otro comportamiento político. El Presidente, sin embargo, ha creado una peculiar definición del ser político en su disputa con la prensa. Reitera que , “o son medios o son actores políticos”. También, asimila política con actores de contienda electoral. Definir así lo que es político es limitar el derecho a intervenir en la vida pública a quienes no son organizaciones políticas.
Así define lo que es sociedad civil. Ya indicó que las organizaciones indígenas no representaban gran cosa al no ganar elecciones o al apoyar a L. Macas, perdedor electoral. Las organizaciones que apoyaron a Alianza País en su candidatura, en cambio, esperan una democracia con participación ciudadana que al promover soluciones o causas, ser parte de decisiones, vigilar o criticar, ayude al buen gobierno. Todo es intervención pública y política, para incidir en las decisiones del Estado. Formar opinión hace parte de lo mismo. Que los electos nos representen para decisiones y administración del Estado, no los hace únicos representantes de la sociedad ni las decisiones colectivas se circunscriben a ellos.
En todas partes la prensa juega un rol público-político al intervenir en la vida pública con información y opinión. Cuando hay concentración de poder, menor peso de la oposición política y de la sociedad civil, mayor importancia política adquiere la prensa; en este caso la prensa o los gobiernos subnacionales generalmente se vuelven contrapoder. En ningún país los políticos están contentos con la prensa, por sus críticas o porque no informa lo que quieren o informa a su manera. Hay información tendenciosa, en todas partes, en los medios públicos y privados. Que sea o no de nuestra tendencia, eso no hace a la prensa partido ni actor electoral. La prensa como los políticos son un mal y un bien necesarios. De Tocqueville en 1835 veía cómo la prensa podía limitar, desvirtuar o reforzar a la democracia. Pero también, el político que se sometía a ella o la controlaba podía llevar a gobiernos autócratas. Una prensa no pluralista ni objetiva es un gran riesgo, como lo son los que gracias a la prensa y a la propaganda se vuelven intocables. Cómo contribuir a que la prensa sea objetiva y pluralista es un desafío como es necesidad impedir que el poder abuse de la prensa. Los dos deben tener sus éticas y normas, sin privilegiar control y sanción que destruyen el aporte de cada cual. La dinámica de la sociedad no es la del bueno y malo, del negro y blanco, la realidad es mezcladita y más fascinante, tal como debatir y gobernar con limitantes y a pesar de ello encauzar la sociedad.