Dicen que en Buenos Aires el gol de Palermo contra Grecia, se gritó más que en ninguno en la historia mundialista de esa nación; la verdad es que no solo fue por la camisa albiceleste, sino que también se gritó por Boca Juniors, que según sus fanáticos es la mitad más uno del país. Más extrema es la situación del vecino trasandino donde se grita sin reparos que Colo Colo es Chile y Chile es Colo Colo. También se puede afirmar en nuestro suelo, que el plebiscito emocional permite alardear que Barcelona, Liga o Emelec son todo. No es cierto, hay otra parte y esto es válido en todos los ámbitos y particularmente en la política.
En muy raros casos en la historia nacional no ha existido oposición como en la actualidad, es decir, frente al poder como fiscalización y alternativa inmediata de sucesión. El velasquismo, por ejemplo, para no remontarnos a la eterna y, algunas veces simulada, confrontación entre liberales y conservadores, fue hegemónico por décadas pero tuvo oposición frontal y valiente. En diferentes episodios fue el conservadorismo, el liberalismo y hasta el socialcristianismo que asumieron esa posición. No fueron fuertes, pero sí tenaces, injustos necios y valientes. Por ejemplo, los mismos velasquistas contra Ponce, o los que enfrentaron a Febres Cordero, a Mahuad o a Gutiérrez. Unos permanecieron pequeños, algunos sucedieron al gobierno de turno y otros lo derrocaron sin beneficio de inventario; pero, fueron protagonistas de la historia.
Por el contrario, hoy la situación es diferente. Los tiempos de Montecristi pasaron y ahora es difícil poner en marcha la aplanadora y el control total del Estado como se concibió en la emblemática ciudad manabita.
¿Pero quiénes son ‘el otro’ o ‘los otros’ frente al poder? En el escenario político solo hay contados valientes que hacen honor a la democracia pero nada más. En el resto reina el silencio que no vota, se esconde o que ya vendió su alma por convicciones íntimas, postergadas en el baúl de sus necesidades personales o partidistas. Sin embargo eso no significa que la tarea está concluida y hay que resignarse a un largo período autoritario.
La historia señala, que en esos casos, pueden producirse dos situaciones. El quiebre interno del frente oficial o una coyuntura traumática que demande a los fragmentos políticos que disputen democráticamente el poder. En el primer caso, los partidos comunistas, socialistas y social demócratas son un muestrario histórico de esas fisuras y sus efectos. En los segundos, la reacción contra las dictaduras -reales o virtuales- produjo frentes que nacieron de la desesperación, pero que luego cobraron una gran fuerza orgánica en sus países.
Es que, algunas veces, la Patria llama no solo a las fronteras a defender el territorio, sino también a reacomodar sus entrañas. Estos son los retos o desafíos históricos.