Algunos presidentes llegan al poder después de varias derrotas; la victoria parece ser premio a la perseverancia. Los gobiernos tardan en aprender los trucos de la política, los recovecos del poder, las capacidades de persuación y presión. Pero los presidentes aprenden, tarde o temprano, a usar y disfrutar el poder.
Los funcionarios de alto nivel creen que las cosas van bien. No comparten ese criterio ni los políticos, ni los analistas, ni los periodistas, ni los ciudadanos si nos atenemos a los índices de popularidad y aprobación. ¿De dónde proviene el optimismo?
El fracaso de los conatos de destitución le dieron aplomo al presidente y amorcilló a la oposición. El gobierno ha conseguido impedir que la mayoría legislativa logre apropiarse de la Contraloría, el Consejo de Participación Ciudadana y el Consejo de la Judicatura. Aspira a controlar el IESS con los mismos recursos que utilizó el correísmo: usando jueces y dirigentes laborales sospechosos.
La imagen internacional del Ecuador ha mejorado como consecuencia de la gestión económica del exministro Cueva que trabajó obstinadamente para cumplir el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Reducir el déficit fiscal, incrementar las exportaciones, la estabilidad monetaria y la baja inflación son datos a favor. La violencia el desempleo, la mala calidad de los servicios y la guerra sucia política, son datos en contra.
La posibilidad de supervivencia está en el punto ciego de los analistas. Las preguntas de la consulta popular, diseñadas para ofrecer la reducción de la violencia, castigo a los políticos y premio a los ecologistas, tienen 70 y 80% de apoyo, según las encuestas. Hacer campaña en contra, les hará parecer protectores de los narcos; si promueven todo No, pueden caer en una trampa. El “envalentonamiento” presidencial y la mención a la reelección pueden ser una estrategia calculada para convertir la consulta en plebiscito a sabiendas de que la puede ganar. La política es imprevisible.