El martes fue solemnemente recibido en la Academia Ecuatoriana de la Lengua como académico correspondiente, el crítico Wilfrido H. Corral. Estudió y vive en los Estados Unidos y regresa a su patria para iluminarnos desde su sabia bonhomía, con su tarea investigadora sobre la literatura de la América hispana, sus opiniones críticas y eruditas. Es uno de los ecuatorianos mejor reconocidos en los EE.UU., en México, en Chile, en América hispana y más allá.
Dedicado a estudios más universales, no ha preferido como tema de sus trabajos la literatura ecuatoriana, aunque es excelente conocedor del pasado y presente literario de la patria. Cita a escritores y críticos como Alfredo Pareja, Benjamín Carrión, “uno de los últimos universalistas de nuestro país”, o a Hernán Rodríguez; admira a Pablo Palacio, Jorge Carrera Andrade y a los más actuales Iván Carvajal, Leonardo Valencia, Diego Cornejo, Marcelo Báez. En entrevista con este último, valora la obra de la novelista, ensayista y académica, doña Lupe Rumazo, y aboga por apoyar ‘de todas las formas posibles’ al Centro Cultural Benjamín Carrión, cuyas publicaciones y trabajos considera esenciales.
Exalta los méritos de la ‘crítica periodística’ ‘amplia y breve’, menos especializada y no agobiada por notas eruditas; la encuentra en la compilación de artículos “Nux vómica”, de Cornejo, o en el talentoso humorista Francisco Febres Cordero y en las pocas revistas especializadas que existen.
“A la zaga del animal imposible”, de Iván Carvajal es para Corral la mejor obra crítica sobre poesía del siglo XX en el Ecuador. Su erudición es inmensa aunque, a tenor de la lectura de sus textos, se multipliquen para el lector ligado a la lectura y la escritura por su aporte estético y filosófico, y poco avezado a la crítica académica anglófona, tropiezos y dificultades que quitan fluidez a la lectura y al pensamiento.
En artículo publicado en CartónPiedra, se menciona a Corral como autor y editor de libros fundamentales de la crítica académica. En él, Corral afirma: “la Real Academia es, actualmente, una organización progresista, con apertura inmensa”, y lamenta que esta apertura sea vista por ciertos intelectuales latinoamericanos como una “renovación del imperialismo”. Culmina así sus respuestas: “¿Qué teorías literarias están de moda? Extrañamente, está de moda, entre la crítica de ‘avanzada’ en Estados Unidos, un escritor francés que yo llamaría neomarxista y que es fascinante… Jacques Rancière. Es autor que quiere hablar de la política desde la estética, cuando lo que se ha hecho hasta ahora es hablar de la estética desde la política. … Rancière es alguien que se debe leer y no les interesa. Hay ciertos críticos que se cuestionarían, en nuestro país, hablar de estética. Dirían por qué, para qué, [cuando] tenemos que hablar de cierta revolución”…
Opuesto al pensamiento gastado, se niega a la pasividad y el conformismo, y cree en un incesante renovarse: “El truco, afirma, [¡ojo!] es no estancarse en la comodidad de lo que uno sabe”.