Los periódicos sufrieron importantes cambios en los años de la Revolución Liberal, pero la prensa influyó también, y decisivamente, en el proceso. Sus doctrinas y sus obras, fueron presentadas y defendidas en sus columnas.
Los ideólogos del liberalismo radical y sus líderes políticos, muchos de los cuales habían combatido al conservadurismo desde la prensa, siguieron utilizando su espacio para impulsar los cambios del laicismo y defenderlos. Los periódicos no solo eran para informar, sino también para formar a la gente, hacerla partícipe de su cruzada por el progreso y el libre pensamiento. Los hombres de la Revolución se consideraban portaestandartes del progreso. Vieron la implantación de la libertad de conciencia como motor del progreso.
El empuje de la Revolución Liberal fue resistido por las fuerzas tradicionales, que agrupaban al latifundismo, al clero y sectores sociales medios y populares vinculados con ellos. Su lucha la veían como una cruzada “por Dios y por la Patria”. Para sostenerla utilizaron también la prensa. La Iglesia como institución y los sectores conservadores mantuvieron varios periódicos para defender las doctrinas católicas, a combatir las ideas liberales y a orquestar la oposición, fundamentalmente con denuncias contra los gobiernos. Hubo toda una generación de intelectuales y dirigentes que combinaron la resistencia armada con la producción periodística.
Pero parte de los enfrentamientos surgieron entre los propios liberales. Conforme avanzó el proceso, se fueron definiendo dos tendencias opuestas, lideradas por los caudillos militares más influyentes, Eloy Alfaro y Leonidas Plaza. La prensa también, de una manera u otra, tomó partido por una de las dos fracciones. La inmensa mayoría de los periódicos, sobre todo los diarios asumieron una postura moderada o “independiente”, que se identificó con el placismo y combatió a Alfaro y su gobierno. Solo unos pocos sostuvieron posturas liberales radicales y respaldaron al alfarismo. El más destacado de ellos fue el diario El Tiempo, editado en Guayaquil desde 1899 por Luciano Coral. Allí colaboraban varios de los ideólogos históricos del liberalismo.
Ya en pleno siglo XX, la prensa fue el principal espacio en donde se ventilaron los conflictos políticos. Recogía testimonios y debates de las conspiraciones permanentes, los alzamientos armados, la amenaza de invasión desde Colombia, el enfrentamiento con la Iglesia, el matrimonio civil y el divorcio, el contrato y las obras del ferrocarril, la relación Gobierno-Banca, la división liberal, la implantación del laicismo, el “arrastre” de los Alfaros, la revuelta “conchista”, los debates sobre créditos y emisiones monetarias, la crisis cacaotera, la masacre del 15 de noviembre de 1922, para solo mencionar algunos de los más destacables.