Québec, la provincia francófona de Canadá, acaba de elegir un nuevo gobierno, ganó el originalmente social-demócrata Partido Quebequense (PQ), con 32% de votos (55 diputados) ante el Partido Liberal Quebequense con 31% de votos (49 diputados), el tercer partido (CAQ) con 27% de votos logra 19 diputados y el izquierdista Quebec Solidario con 6% de votos 2 diputados. Son efectos del sistema de circunscripciones pequeñas y uninominales que favorecen a los partidos fuertes. Este resultado da lugar a un gobierno minoritario que queda paralizado en su programa de contrarrestar el neoliberalismo predominante y de definir un referendo para establecer un proceso independentista. Mientras vascos, catalanes y escoceses logran reconocimiento de diferencia, Canadá no resuelve la demanda de autonomía de la “sociedad distinta” que es Québec y alimenta un conflicto que de resolverse debería permitir una renegociación del exitoso sistema federal pero que debería admitir un vecino distinto con autonomía.
Una mujer, por la primera vez, dirigirá este nuevo gobierno; es parte de la renovación, pero la sociedad está empatada y polarizada sobre la propuesta del PQ. En gran medida, como aconteció en dos referendos anteriores, el electorado siguió consignas del P. Liberal que infunde miedo y chantaje: votar por el PQ sería perder bienestar, cuando creó mucho bienestar en el pasado. Pero además está el creciente peso conservador en las mentalidades. La polarización no solo es sobre la independencia sino sobre aspectos sociales.
Históricamente Québec, al nivel federal, votó liberal para contrarrestar a la tradición conservadora y británica que siempre quiso asimilar a los francófonos y negarles su derecho a la diferencia en el mar anglófono norteamericano. El peso demográfico quebequense fue decisivo para favorecer varios gobiernos liberales que construyeron un Canadá social demócrata, con un envidiable sistema de Estado de Bienestar, además de haber consolidado una sociedad civilista y de defensa de derechos de la persona y de la democracia que Canadá promovía en el mundo. Todo esto, ahora los conservadores federales destruyen, además de seguir las posiciones del ultraconservadorismo estadounidense en relación a la vida privada, la vida en sociedad y el rol del Estado. Convierten a Canadá en simple apoyo de EE.UU. sin su sentido de buena vecindad y cierta independencia internacional.
Así, las elecciones quebequenses reflejan este creciente peso conservador, en una sociedad por eso dividida, con polarizaciones sociales crecientes, como la exitosa huelga estudiantil desde hace meses, el significativo 6% de una izquierda persistente y el rechazo del nuevo orden conservador. Québec expresa más que otros las contradicciones sociales y políticas ¿habrán nuevos indignados?