El petróleo aliviana la penuria fiscal que hereda el Ministro Martínez. Desde mayo 4 el WTI gira en torno de USD 70/barril, que se traduce en USD 63 de promedio para la mezcla de crudos nacionales. En términos reales (ajustados a precios de 2017), este es un precio mucho más alto del que tuvieron Noboa, Gutiérrez y Palacio (promedio real, USD 39); en ninguno de esos gobiernos hubo problema fiscal, y la economía creció.
Debido al desorbitado crecimiento burocrático del correato y su prolongación durante el primer año del gobierno actual, este buen precio ya no alcanza. Ni aún se regresase a los precios de la primera mitad de la década (USD 95/barril), habría como evitar un ajuste. En el primer año de gobierno del Presidente Moreno el precio mejoró USD 11, lo que significó ingresos adicionales de casi USD 1 mil millones, según revela el ministro Pérez García (a pesar de lo cual el gobierno incrementó el endeudamiento externo in USD 7 700 millones).
Este segundo año de gobierno el precio mejoraría unos USD 9 adicionales, lo que traería un nuevo incremento de USD 900 millones de exportaciones e ingresos.
El Ministro de Economía y Finanzas pregunta por qué el mejor precio no se refleja en mayores ingresos fiscales, y aún no hay respuesta. Quizá sea por los pagos a las contratistas petroleras. Los contratos prevén que si el precio del petróleo cae por debajo de un nivel predeterminado, Petroamazonas sólo tiene que pagar por los servicios parcialmente; otra parte se registra como contingente, que se convierte en deuda sólo cuando se recupera el precio. Por lo que hoy Petroamazonas estaría pagando el contingente.
Culminó con éxito la gestión del Ministro Pérez para mejorar los contratos llamados de preventa, que en realidad son deuda, como explica la Contraloría. El endeudarse con los bancos y petroleras asiáticos no fue algo negativo: abrió acceso a crédito externo cuando los mercados financieros estaban cerrados por la inoportuna moratoria. Pero se abusó de esa figura, comprometiendo toda la producción exportable, y en condiciones inexcusablemente malas. Ni siquiera nos reservamos el crudo para vender a Perú y Chile, mercados lógicos, por la cercanía. La renegociación de esos contratos redundará en mejorar los ingresos petroleros de Petroecuador y el Fisco.
Son noticias positivas, pero no hay que deslumbrarse. Los mercados estiman que este buen precio durará alrededor de un año más. Cuando estén construidos los oleoductos que conectarán las zonas que producen esquistos con las refinerías y facilidades portuarias de Houston, EE.UU. incrementará su oferta de petróleo, y caería el crudo.
Los mejores ingresos petroleros suavizan el ajuste, pero es inevitable. El país no puede seguir viviendo del endeudamiento agresivo.
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