El periodismo no sirve
Con el ingenio y el impacto que se han convertido en su marca de fábrica, la maquinaria de propaganda empieza la nueva etapa gubernamental con el lema de que 'hay segunda vuelta'... en cobertura de servicios de salud y educación, en construcción de infraestructura y, en general, en todos los aspectos que el Gobierno reivindica como exitosos. Su sostenimiento significará más gasto y probablemente minería intensiva y explotación petrolera en el Yasuní, lo cual es un contrasentido, no solo con el discurso del buen vivir y los derechos ambientales, sino con el anunciado cambio de matriz productiva, pues para pasar a la llamada etapa pospetrolera se intensificará el extractivismo..
Y todo hace prever que también habrá 'segunda vuelta' en los aspectos que son la otra cara de la moneda, como el ahogamiento de la protesta social bajo la fórmula del miedo y la acusación de terrorismo, y el ataque sistemático a los medios que se empeñan en cumplir su papel. Con el control de las funciones del Estado y con la apropiación del poder social y ciudadano, el camino pareciera estar allanado.
Como parte de esta 'vuelta' se viene una Ley, corregida y aumentada, que define a la comunicación como un 'servicio público' y convierte al Estado, contra las normas internacionales, en concesionario de un derecho, y que además prevé sanciones que pudieran liquidar a un medio que no se alinee.
Es normal que surja el desánimo, más aún en tiempos en que las empresas periodísticas enfrentan cambios que han hecho proclamar a gurús como Juan Luis Cebrián que los medios ya no cumplen el papel de mediación porque ésta ya no es necesaria, pues quienes producen la información y quienes la consumen se comunican directamente.
Pero resulta que esa mediación es imprescindible, pues los ciudadanos necesitan contextualización para tomar decisiones informadas, para navegar en medio de la inundación de mensajes y para empoderarse de sus derechos. Ese es el espacio para periodistas que no han renunciado a la curiosidad ni a la rigurosidad.
El periodismo no sirve cuando está al servicio del poder.
Una muestra cercana es lo que está sucediendo con medios y agencias gubernamentales que, pese a tener todos los recursos y acceso a información privilegiada, languidecen entre el tedio y la burocratización.
Sí sirve cuando escudriña donde el poder no quiere que se escudriñe. Ese periodismo que ejercen el espectacular Jorge Lanata para destapar la corrupción K en Argentina o la paciente Yoani Sánchez para denunciar las prácticas del castrismo.
O el periodismo que ha tenido que esperar años y años para derrumbar los diques del poder y reconstruir etapas oscuras como las de las dictaduras del continente. Pese a las adversidades, el buen periodismo siempre tiene su 'segunda vuelta'.