Más fácil sería que un olmo produzca peras que los políticos ecuatorianos den paso a reformas indispensables para el reordenamiento de la nación.
Mientras existan 280 partidos y movimientos políticos, será imposible que los ciudadanos puedan escoger entre candidatos con un mínimo de ética y de formación intelectual. Como no existen 280 ideologías diferentes, lo que hay son grupitos de amigos y compadres que, aprovechando la torpeza intencional de la legislación electoral, crean maneras de tener dos o tres legisladores que, en la dispersión de la Asamblea, venden caro su voto.
Y se trata de torpeza intencional, porque esta proliferación de grupos con los nombres más extravagantes fue parte de las vivezas del correato para dispersar la posible oposición. Mientras la Revolución Ciudadana, o cualquier nombre actual, concentraba alrededor del 30 por ciento de los votos válidos, lo cual le ha permitido lograr el control de los organismos pluripersonales, los otros grupos concurrían a las urnas con 12 o 13 candidatos y listas.
Entonces, es pedir peras al olmo esperar que los autores y beneficiarios de este esquema lo modifiquen, para que solamente los partidos políticos debidamente organizados, con clara definición ideológica y afiliados aportantes y no adherentes o simpatizantes, puedan participar en los procesos electorales.
Así, la Asamblea Legislativa que resulte de las elecciones de agosto será muy parecida a la que feneció con la muerte cruzada, que tenía una aceptación de los ciudadanos de apenas el 4%. Ecuador no logrará organizar adecuadamente su estructura política -fundamental para el despegue económico y social- mientras los intereses bastardos de politicastros y aventureros predominen sobre las necesidades de los ciudadanos. Pero los votantes pueden exigir normas básicas electorales, como que solamente los partidos políticos que alcancen al menos el 5% de los votos participen en la asignación de escaños.