¿Estamos en peligro?
De todos los resultados del "reality show" que estamos viviendo con el caso Snowden, el menos visible, por ahora, es el temor a la tecnología. Siempre la tecnología estuvo ligada a la guerra, de hecho el Internet se inició como una estrategia militar, pero lo que hemos visto estos días es para echarse a temblar. La tecnología del espionaje amenaza a todos, desde el más simple ciudadano hasta el más poderoso Estado del mundo. Tecnologías de espionaje tienen todos los Estados pero todos lo niegan. Apedrean a María Magdalena aunque están llenos de pecados.
El semanario alemán Der Spiegel ha revelado, basado en datos de Snowden, que Estados Unidos espía a sus aliados en Europa. Solo en Alemania archivan 20 millones de llamadas telefónicas y 13 millones de correos electrónicos. Esos archivos seguramente permiten aislar nombres, establecer conexiones y hacer perfiles para determinar el grado de peligro que cada ciudadano representa para el Estado. Si se extiende al mundo, la contabilidad de los teléfonos y correos vigilados se cuenta por cientos de millones.
Nuestro pequeño Estado tampoco está libre. Para desmentir una denuncia de doble moral contra el Gobierno ecuatoriano, aparecida en el Washington Post, se presentaron a dar explicaciones un Ministro de Estado, el Fiscal General y el Presidente de la República. Lo que dijeron es que desde el año anterior está en proceso de instalación un sistema de vigilancia que permite escuchar desde Quito una llamada telefónica hecha en Tulcán o en Huaquillas. Añadieron que solo se utilizará para combatir el crimen y con permiso de los jueces. Desgraciadamente es lo que dicen todos los gobiernos.
El presidente Barack Obama dice que es para combatir el terrorismo y aquí se dice que es para combatir la delincuencia. Pero si supieran quién es el terrorista o quién es el delincuente, no necesitarían las escuchas. Todos somos sospechosos hasta que sean descubiertos.
Es cierto que las mismas tecnologías que sirven para la vigilancia sirven para eludirlas y el caso Snowden demuestra, entre tantas cosas, que no le sirvió a la mayor potencia del mundo toda la tecnología para evitar que un ciudadano robara sus secretos y fuera a esconderse donde el enemigo. Sin embargo, la defensa de la privacidad suma adeptos rápidamente y los más perspicaces son los más asustados.
En Holanda existen lugares que ofrecen refugios contra la tecnología con avisos de NO WI-FI ZONE; aquí y en otros lugares se anuncia WI-FI ZONE.
El columnista de un diario europeo asegura que, si pudiera, renunciaría al Internet. Ya no sería posible sin renunciar a la civilización, pero talvez, ya es hora de que los ciudadanos controlen a los Estados y no a la inversa, que se aprueben leyes para restringir al Estado y no a los ciudadanos, que los representantes de los ciudadanos se sientan vigilados y no a la inversa.