Peligra la propiedad privada
Conocida es la exclamación de Clinton cuando aludió al principal problema estadounidense durante su campaña electoral de 1992. “¡La economía, estúpido!”, exclamó al revelar su preocupación.
Ahora el Ecuador se pronuncia multitudinariamente, en provincias, cantones y parroquias sobre las últimas medidas tributarias que gravan herencias, plusvalía, donaciones, hasta “acabar con las empresas familiares”, o que debilitan al IESS de todos los ecuatorianos. El Gobierno alega que busca una mejor distribución de la riqueza con medidas que -según dice- afectarían a pocos y permitirían recaudar tres o cuatro decenas de millones de dólares. Si así fuera, ¿qué riqueza pretende distribuir? La inmensa mayoría del pueblo, amenazada en sus más fundamentales derechos, se levanta por fin ante los abusos del régimen y este, en lugar de escuchar esa estruendosa voz, la confronta y convoca a sumisos partidarios que acompañan a asambleístas y ministros para defender medidas en las que muchos de ellos no creen pero que deben obedecer, por provenir de la mente del líder que no se equivoca y sabe castigar.
El pueblo ecuatoriano se siente afectado por tan absurdas medidas confiscatorias. Y algunos se preguntan por qué Correa ha resuelto radicalizar su revolución socialista y retroceder hasta el marxismo leninismo.
¿Son acertadas tales medidas?, ¿se orientan a distribuir la riqueza?, ¿vamos hacia la cubanización de la nación ecuatoriana?
En el fondo, el Gobierno está sacando a la luz su verdadera intención, que es romper las bases de la familia y la estructura de nuestra sociedad. Para el efecto, ya ha coartado algunas de las libertades reglamentándolas a su antojo y administrándolas con sumisos partidarios que dictaminan y sancionan consultando primeramente, no lo que dispone la ley, sino lo que piensa Correa. Ahora ha resuelto romper la esencia de la propiedad privada, valor y derecho humano fundamental reconocido en la Constitución preparada por el propio Gobierno.
Hacia esa meta apuntan las enésimas reformas tributarias, que tanto rechazo han producido. Roto el cerrojo del derecho a la propiedad, quedará abierto el camino para que el régimen siga modificándolo a su antojo con miras a construir una nueva sociedad, haciendo uso de sus acumulados poderes para plasmar en realidades su doctrina política totalitaria y cardio-dictatorial.
El pueblo ha salido a protestar pacíficamente pero de manera elocuente y clara. Está ejerciendo un derecho y debe seguir haciéndolo, con creciente vigor, organizándose para exigir que su voz sea escuchada. La Constitución ampara su derecho a la rebelión.
Los ecuatorianos no debemos olvidar que el problema es de dimensiones mucho más graves: No dejemos que los hechos nos lo vengan a recordar tardíamente: “El derecho de propiedad, estúpido...” .
jayala@elcomercio.org