Las pasiones mueven montañas. Una de mis pasiones de vida ha sido la de aportar en la construcción de la historia del arte y de la arquitectura, habida cuenta del rico patrimonio ecuatoriano con el que contamos. Desafortunadamente este continúa en buena parte silente y subvalorado.
La academia, los museos, los organismos del Estado como el INPC o los departamentos municipales de cultura, hemos trabajado sin coordinación alguna, sin trazar planes claros para levantar y comunicar de manera rigurosa la historia de nuestros patrimonios materiales e inmateriales. No hemos elaborado un archivo común de referencias (monografías inéditas, tesis de grado, archivos fotográficos, repositorios habilitados para la consulta, oferta académica y de becas, etc.). Tampoco se oferta títulos de pre o posgrado en la materia.
Desde los años 90 la tradicional disciplina -mal entendida como la descripción de objetos coleccionados por las élites- se ha visto enriquecida desde los aportes de otras disciplinas como los estudios culturales y de género, o la antropología y la sociología visuales.
Es innegable, como aseveran numerosos estudiosos -T.J. Mitchel o Peter Burke, por solo mencionar dos- que la visualidad, los textos visuales (pintura y escultura en cualquier soporte; instalaciones o acciones) y espaciales (arquitectura, urbanismo, territorios) son tan importantes como los textos escritos. Sin embargo, se “leen” de manera diversa y requieren de diversas miradas para hacerlo. Una imagen no es inocente; tampoco es inocente el trazo de una avenida; ambas responden a sociedades en pugna, a las ambiciones de poder, a las representaciones del Otro.
Hace pocos días llevamos a cabo las Jornadas Internacionales de Historia del Arte y de la Arquitectura (Histaa) en la Universidad de Cuenca. El tema, “América Latina: espacios urbanos, arquitectónicos y visualidades en transición 1860-1940”, convocó el interés y curiosidad de decenas de personas.
Ponentes de varias disciplinas tejieron, a través de sus aportes, la relectura de un momento clave, el paso de las sociedades coloniales a la ansiada modernidad, entonces llevada a cabo por un puñado de hombres de élite.
El resultado fue desigual y desequilibrado en nuestras naciones, cosa que marca nuestras maneras de ser y habitar al presente. Se relevaron aspectos como el monumento público-político en Lima, la fotografía urbana de Quito, acciones y reacciones ante el terremoto de Ibarra de 1868, las nuevas sociedades migrantes, los chinos en Guayaquil y su impacto en el tejido social y urbano.
Un preámbulo a la construcción de una nueva maestría en el tema (Universidad de Cuenca) que intenta llenar parte del gran vacío. A las Jornadas bianuales se sumarán cursos abiertos y guías de la ciudad.
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