La participación democrática
La democracia es ciertamente un sistema político sostenido sobre el grado de involucramiento individual y grupal en los asuntos públicos. Ella se define y se hace en conjunto, pero también en solitario pero... para los demás. Es un acto de amor en el sentido del compromiso que conlleva participar para perfeccionar el concepto democrático. No es extraño por lo tanto que algunos gobiernos insistan con vehemencia en cortar la relación de la prensa con los ciudadanos que es como dejarlos sin oxígeno para respirar. Es intentar participar sin estar informados. La tozuda vocación autoritaria de perseguir a los medios y restringir el acceso a la información pública es característica de varios gobiernos de la región que no temen caer en abiertas contradicciones como las de proteger al que filtra información que los gobiernos quieren esconder y al mismo tiempo censura el acceso a la información a la prensa y los ciudadanos a escala local. La incoherencia incomoda por vergüenza al principio pero se convierte en práctica cotidiana cuando el pueblo termina acostumbrándose a vivir con poco oxígeno. Le parece natural que lo censuren e incluso encuentra que eso le favorece cuando de no comprometerse se trata.
La democracia participativa que se declama contraria a la representativa en el discurso en realidad no sirve de nada si no se hace de manera informada. Lo contrario es mantener el membrete pero sin contenido alguno que permita darle fundamento al concepto que se declama. Para poder participar en democracia hay que saber y en eso la información constituye un insumo fundamental, de ahí que una manera de medir el nivel de democracia de los países sea observar la calidad del debate en relación al acceso que tienen medios de comunicación y ciudadanía a las fuentes públicas de información. Esto es absolutamente básico y fundamental en democracia, pero pareciera importante repetirlo en países que han hecho de su práctica todo un mecanismo confiscatorio de la participación ciudadana. El simple hecho de informar desde el poder por el Mandatario de ocasión no sustituye el nivel de participación que la ciudadanía requiere cuando de darle sentido a la democracia se trata.
La fascinación de perseguir toda forma de acceso y encasillar a la prensa como "adversaria política" es en verdad una forma de remedo autoritario que se solaza en la censura y la provocación pero por sobre todo entumece el cuerpo social de ausencia participativa que es vital en democracia.
Lo que hemos venido observando a lo largo de estos años es un claro retroceso en las libertades conquistadas en la región donde algunos países se contentan con retratos caricaturescos de democracia que no logran engañar ni confundir al verdadero ciudadano. Los gobiernos de algunos países quieren mantener en la simple condición de habitantes a millones que pretenden en democracia ser ciudadanos de verdad.