La palabra y el miedo

En la presentación de su libro ‘Nux Vómica’, dijo Diego Cornejo que el autoritarismo se sustenta en el miedo. Este paraliza y conduce a la servidumbre. Quien ha vencido al miedo, es libre. En ese acto, el 30 de noviembre, más de 500 personas nos expresamos junto a él y a Francisco Febres Cordero: No tenemos miedo, vamos a defender nuestro derecho a pensar, vamos a defender nuestro derecho a la palabra libre, plural, democrática.

Porque ¿en qué país democrático el jefe de Estado se dedica a enjuiciar a periodistas opositores y a exigir al sistema judicial que les imponga sanciones inauditas de cárcel e indemnizaciones millonarias? ¿En qué país democrático va con sus ministros a un juzgado de tercer nivel a presionar al juez en una querella personal de uno de sus funcionarios?

A ello se añade la supuesta magnanimidad de quien se solaza con su mezquino triunfo y perdona a su perseguida, con un perdón impertinente, al que añade la amenaza (“solo por esta vez”). ¿No es acaso ese un acto cargado de ostentación autoritaria, e incluso de machismo, de paternalismo y hasta de racismo? La dignidad está del lado de Mónica Chuji, esa “india alzada”, como bien dijo Alexandra Ayala.

¡Qué contraste con un Lula da Silva, tan acosado por la prensa! “Yo voy a terminar mi mandato sin haber comido con el dueño de un diario, de una televisora, de una revista. Mantuve con ellos una relación democrática, respetuosa, entendiendo su papel y buscando que entiendan mi papel. (…) Como nuestros adversarios están fragilizados en sus partidos, utilizan algunos medios de comunicación para hacer una gran oposición al gobierno, y nosotros, en lugar de ponernos nerviosos, tenemos que estar felices, porque esto forma parte del proceso democrático. (…) Cuando más me golpeaban ellos, más democracia; y cuanto más me golpeaban, más libertad de expresión, hasta que todo el mundo se dio cuenta de que solo hay un juez: el lector, el telespectador, el oyente”. (La Jornada, 03.10.2010).

En la misma entrevista, una vez más, Lula reclamó un cambio en los medios de comunicación, una prensa veraz, crítica, pluralista, abierta a la confrontación de ideas. También en el Ecuador cabe reclamar por mejores medios. Pero no solo los “privados”, sino también aquellos llamados “públicos” que, en la realidad, aunque debieran pertenecer a toda la sociedad y ser ejemplo de pluralismo, han sido privatizados al ponerlos al servicio de la cúpula del Gobierno y de AP.

La palabra de Cornejo, de Febres Cordero y muchos otros como ellos es la posibilidad de esa prensa libre. La palabra de quien no tiene miedo al poder. De quien no se silencia de modo cómplice. Palabra necesaria para impedir que lleguemos al silencio de tumba y de cárcel que suelen imponer los regímenes autoritarios.

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