Nuestro Francisco, el actual papa, conoce bien lo que son las luchas fratricidas en un país, el suyo, en el que los bandos en pugna llegaron a niveles de sevicia desconocidos en Sudamérica, como no ser también en Chile. Ya no era la crueldad común y corriente en esas revoluciones de pacotilla. Por razones que se me escapan se había llegado al odio entre hermanos, cuyo antecedente bíblico lo protagonizaron Caín y Abel.
Lo que acontece en Siria, debe dolerle en el alma al papa Francisco. El mensaje de Jesús “ama a tu prójimo como a ti mismo” estrellándose en masacres colectivas que no han parado en la historia de la humanidad. Los bárbaros de todas las épocas imponiéndose: el rabí de Galilea murió crucificado .
Que no sea la suerte del Papa actual. Clamarle a Dios por la paz, desde luego. Recurre además al poder de la palabra, con toda la autoridad moral que le asiste: solución pacífica del “conflicto fratricida” que está destruyendo Siria. Nada de intervenciones de quienes responden a sus intereses. Que se los deje vivir en paz a los hermanos: cristianos, musulmanes, judíos y agnósticos. Que vivan en paz y prosperen como cuando el califato de los Omeya en España. Hasta el momento, la voz del inerme Papa ha contribuido a que los sirios no hayan sido destrozados por los misiles teledirigidos, imparables, de las grandes potencias. A Dios rogando y con la palabra dando, la armas poderosas de nuestro Francisco.
Al poder de la palabra recurrieron Mandela y Luther King. En estos días el papa Francisco quien denuncia “esas guerras comerciales”, en las que la venta de armas es un gran negocio y por ello proliferan. Son los mercaderes de la muerte: norteamericanos, rusos, franceses, chinos. Dados sus extraordinarios y acelerados avances tecnológicos, vender armas que se vuelven obsoletas, el mejor negocio, una de las claves de su desarrollo.
Ha debido ser un Papa latinoamericano el que ha tenido los arrestos de denunciar la infamia que supone ir atizando guerras fratricidas entre “los desheredados de la tierra”: pueblos hambrientos que se desangran adquiriendo armas para liquidarle al vecino o a los compatriotas del bando contrario. Historia de oprobio muy sufrida y conocida por africanos y latinoamericanos. Velasco Alvarado dispuso el desvío de fondos destinados a la reforma agraria en el Perú, para comprar misiles rusos. En el Oriente Medio: Iraq, rico en petróleo, se armó hasta los dientes para librar “la madre de todas las batallas”. Los norteamericanos con armas incomparablemente más potentes, produjeron la huida de las tropas iraquíes con un sálvese quien pueda.
El poder de la palabra, cuando se tiene autoridad moral, la única arma, poderosísima, con la que se cuenta para lograr la paz en la aldea global. El portaestandarte actual, el papa Francisco.