Chile propuso llevar a Nicolás Maduro ante la Corte Penal Internacional por crímenes de lesa humanidad y por la represión contra la población. Varios países latinoamericanos anunciaron su apoyo a la denuncia. El Parlamento Europeo se comprometió a colaborar en la investigación de los crímenes en la Corte de La Haya.
La violencia, humillaciones y dolor del éxodo de venezolanos son pruebas irrebatibles del engaño del chavismo, la revolución bolivariana y el mal llamado socialismo del siglo XXI. Los más de dos millones de venezolanos que han salido de su patria son la acusadora evidencia de la destrucción del país.
Cuando tras la muerte de Hugo Chávez, Maduro, encargado ya del poder, confesó que el comandante se le había aparecido como un pajarito chiquitito para bendecirlo desde la eternidad, se equivocó en su visión macondiana: debió de ver un pajarraco amenazante como anuncio de la destrucción de la patria de Bolívar.
El modelo chavista funcionó gracias a la abultada chequera fondeada por los altos precios del petróleo. Pero la astronómica riqueza fue también su mayor debilidad porque alentó una desbocada corrupción. Los Papeles de Panamá han dado pistas de las fortunas amasadas en el entorno del poder; escándalos de corrupción en la estatal petrolera, en el sistema eléctrico nacional, en programas como el Plan Bolívar 2000, o en la Comisión de Administración de Divisas, entre otros, muestran al régimen penetrado hasta los tuétanos por el uso del poder y los bienes públicos en beneficio del grupo gobernante. El régimen se sostiene por la instrumentalización de la institución militar puesta al servicio de ese grupo y cuyos altos mandos han medrado de la corrupción. La democracia se halla destruida con un gobierno sin ningún contrapeso, ni justicia ni organismos de control independientes; con un sistema electoral nada confiable y la oposición reprimida.
Escasez de alimentos básicos y de medicinas, colapso en los servicios públicos, inseguridad y altos índices de crímenes, destrucción del aparato productivo y la inflación más alta del mundo –en 2018, de un millón por ciento, según el FMI- completan los perversos frutos del modelo chavista. Hasta aquel Maduro que vio en 2013 el espíritu del comandante como un pajarito que revoloteaba sobre su cabeza, reconoció a comienzos de agosto en el IV Congreso del Partido Socialista Unido de Venezuela, el fracaso de los modelos productivos del chavismo.
No obstante, ahora pretende cambiarlos con asesoría ecuatoriana de ex funcionarios del correísmo que aplaudieron la política chavista, se mantuvieron a la cabeza de las Finanzas Públicas en la década de revolución ciudadana y colaboraron a hundir al Ecuador en la crisis económica que ensombrece el presente y futuro del país…