El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, en el poder desde hace 14 años y seis meses, fue inscrito el 2 de agosto ante el Consejo Supremo Electoral como candidato del partido gobernante, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), a una nueva reelección en los comicios del 7 de noviembre próximo, y por segunda vez consecutiva con su esposa, Rosario Murillo, como aspirante a la Vicepresidencia.
Ortega, un exguerrillero sandinista de 75 años que retornó al poder en 2007 tras coordinar una Junta de Gobierno de 1979 a 1985 y presidir por primera vez el paÃs de 1985 a 1990, buscará su quinto mandato de cinco años, cuarto de forma consecutiva y segundo junto con su esposa de 70 años.
Hasta aquà todo parece un procedimiento perfectamente normal en una democracia ordenada. Y esta es ciertamente la intención. Pero el mismo lunes, el mensaje procedente de la Unión Europea sonó bastante diferente.
La UE impuso sanciones a ocho nicaragüenses, entre ellos Rosario Murillo, por violaciones masivas de los derechos humanos y por socavar la democracia. Las acusaciones pesan y son todas ciertas: el abuso del poder judicial con fines polÃticos, la exclusión de candidatos de la oposición para las elecciones, las detenciones arbitrarias y la represión de los miembros de la sociedad civil, la prensa y los polÃticos de la oposición y, por último, la brutal represión de las protestas de 2018.
Entonces, ¿se puede llamar dictador a Daniel Ortega? Echemos un vistazo. Para mantenerse en la boleta electoral por ocho ocasiones, en cuatro de las cuales ha logrado ser presidente del paÃs, Ortega ha recorrido una ruta que contempló, entre otras cosas, la eliminación de las elecciones primarias en su partido, la expulsión de correligionarios que quisieron disputarle la candidatura, un pacto de repartición del poder con un adversario polÃtico, la violación a una expresa prohibición constitucional y ser beneficiado con la extraña muerte de un candidato a cuatro meses de las elecciones que le permitieron regresar al poder. Otro dato: desde junio de este año, más de 30 polÃticos de la oposición han sido detenidos, entre ellos, lÃderes estudiantiles y empresarios.
Para esta campaña electoral, Ortega no sale de su casa a conquistar votos como antes. En las pocas apariciones públicas que tiene se le ve caminado con dificultad. Ni siquiera se presentó a inscribir su candidatura el lunes como el resto de candidatos, sino que envió a su representante legal. Con el tribunal electoral totalmente integrado por sus leales y con los siete principales precandidatos opositores presos, no necesita hacer campaña para lograr su quinto periodo presidencial.
El dictador quiere controlar no solo el proceso electoral, sino también el discurso, el debate público e imponer un silencio total. Ortega ya no solo quiere, por medio de las inhibiciones, capturas, juicios, escoger quienes son sus contrincantes. El exguerrillero busca perpetuarse en el poder a toda costa estableciendo una nueva dinastÃa tiránica.