‘En el Ecuador no hay oposición”. “Hay descontento con el Gobierno, pero los partidos están hecho pedazos y no levantan cabeza”, “Los opositores están muy desunidos, sin liderazgo”. “La campaña del sí ha sido apabullante frente a la del no. Eso pesará en las urnas”.
Eso decía un destacado miembro de la oposición cuando trataba de justificar una derrota esperada. “Ustedes tienen la impresión de las clases medias, que están en una postura militante contra Correa; pero el Gobierno tiene mucho respaldo popular gracias a los bonos, a la demagogia y a la fuerza de la propaganda. El pueblo vota en bloque. Por eso va a ganar el sí”.
Esta postura fue generalizada entre los actores de la campaña por el no, y solo esperaban quitarle con eso unos puntos al triunfo esperado del sí. Esto pensaba mucha gente horas antes de conocerse los resultados reales de las urnas.
Aunque, debo confesarlo, varios coincidimos con el pronóstico, expresamos discrepancias. Por ejemplo, dijimos que eso de que no hay oposición organizada es falso. Si nos fijamos en el antiguo sistema político, encontraremos reflujo, desconcierto, división, rechazo del electorado. Pero el hecho es que si hay una oposición fuerte y organizada. Solo tenemos que buscar dónde está. Y la encontraremos en los medios de comunicación privados que, como en la mayor parte de Latinoamérica, son el verdadero centro de resistencia a los gobiernos.
Ha quedado claro que, si bien la campaña apabullante del Gobierno hizo efecto, los medios de comunicación, que llegan todos los días con su mensaje, tienen una fuerza enorme y los intereses que expresan pueden influir poderosamente en la población.
También encontraremos referentes de la oposición en la dirigencia de los movimientos sociales enfrentados al Gobierno, y en sectores de la sociedad civil que no se han expresado en la política convencional, pero que reaccionan contra ciertas tendencias y posturas del Gobierno. Sin duda, las intervenciones de Jefferson Pérez y de Michelena tuvieron más impacto en el electorado que las de los ex jefes de Estado y los banqueros. Por eso las reacciones oficiales fueron tan agresivas, tan groseras contra los dos. Ellos expresaban a mucha gente común.
En donde muchos estábamos errados, debo confesarlo, es en la idea de que la inmensa mayoría de la población, siguiendo la avalancha propagandística del Gobierno y en menor medida de los sectores más radicales de la oposición, tendría una postura polarizada y votaría “en bloque”. La gente del Ecuador le ha dado una lección a tirios y troyanos cuando votó discriminadamente. Puede ser que la gran mayoría no entienda de tecnicismos jurídicos ni de complicados anexos con textos legales, pero el hecho es que sí pudo diferenciar y expresar su aceptación o rechazo a preguntas de fondo.