En su plan económico, las autoridades planearon una reforma laboral en 2020, una vez en pie la reforma tributaria. En algún momento el Presidente insinuó que pudiera ser una consulta. La reforma estaría dirigida a tornar menos inflexible la relación para los trabajadores contratados a raíz de la vigencia de la reforma.
Sorpresivamente, en entrevista con este Diario desde Washington, donde se encontraba en la reunión de primavera del Fondo Monetario y el Banco Mundial, el ministro Martínez anunció que se iba a proceder de manera inmediata con la reforma laboral.
¿Por qué este cambio repentino? Porque las autoridades no tomaron en cuenta una realidad en la economía: el mercado reacciona inmediatamente ante lo que se prevé va a suceder, bien sea para aprovechar las ventajas o minimizar las consecuencias desfavorables.
El caso evidente es el mercado de valores. Si sube el precio del crudo, las acciones de las petroleras suben, anticipando que arrojarán más utilidades. Cuando el Gobierno anunció la eliminación gradual de las salvaguardias, los importadores espaciaron sus compras lo máximo posible para beneficiarse del menor gravamen. Igual, los consumidores difirieron compras esperando comprar más barato.
Supongamos que el Gobierno fuera a decir que el 1 de julio va a prohibir la importación de vehículos (no va a suceder). Los importadores pondrían órdenes de compra para todos los autos que pretendieran vender este año y el próximo, y todo el que estuviera contemplando cambiar de vehículo en algún momento, se apresuraría a comprarlo.
En el caso de la reforma laboral, las empresas se enteraron de que probablemente el próximo año podrán contratar personal en condiciones menos rígidas. Por ejemplo, empleados a tiempo parcial sin pagar sobrecargo por horas, o estabilidad solo después del primer año de trabajo. Adicionalmente, saben que para la mayor parte de productos, el mercado no crecerá este año. Por lo tanto, lo prudente es posponer hasta para después de la reforma la decisión de contratar empleados, incluso sustituir a los que se retiran o renuncian, salvo casos especiales.
El resultado: en el primer trimestre, el número de empleos adecuados, aquellos que gozan de las protecciones legales, cayó drásticamente, y hoy es menor que hace cinco años, cuando éramos diez por ciento menos ecuatorianos. Ahí las autoridades caen en cuenta de su error, y ven con horror que el empleo seguirá cayendo hasta que se apruebe la reforma. Por eso la adelantan.
Para la próxima, eviten anticipar medidas a tomarse cuando el anuncio pueda tener secuelas inconvenientes. Cuando suban el diésel para transporte, procuren hacerlo sorpresivamente. Anuncien lo antes posible medidas cuando la reacción será positiva, ejemplo una escala de desgravación del ISD.