Los riñones son órganos vitales para la limpieza, el equilibrio químico de la sangre y la producción de hormonas. La Controlaría tiene una función similar en el cuerpo de la democracia. Hemos entrevistado a un experto, don Mario Gustavo Andrade Trujillo, hombretón muy parecido a Richard Gere en el papel de Lancelot, filme usaíta de 1995, y auditor público en varios países. Un verdadero caballero de la Mesa Redonda de la pulcritud. El nuevo Ecuador pos pandemia, pos leucemia financiera, pos hambre canina debe contar con instituciones honorables.
E.- Mario, ¿requisitos de una Controlaría ideal?
M.- Hay cinco secretos. Uno, que el titular de la institución y todo su personal reúna valores de ética, independencia y competencia profesional en auditoría y otras especialidades necesarias. Dos, que en los procesos de planificación, ejecución, comunicación de resultados y seguimiento se utilicen herramientas tecnológicas que permitan revisiones permanentes en línea de áreas tan riesgosas como la contratación pública y la gestión del talento humano. Tres, que se lleven a cabo auditorías anuales de la gestión de la propia Contraloría trabajadas por firmas de auditores contratadas por la Asamblea Nacional y cuyos resultados sean de conocimiento público. Cuatro, que se establezcan mecanismos de denuncia dentro de la propia Contraloría para que sean investigados potenciales cambios en los resultados de las auditorías, precautelada siempre la integridad de los denunciantes. Cinco, que la ciudadanía vigile la gestión de Contraloría.
E. ¿Cómo ve a nuestros contralores?
M.- En el país, de ordinario, los contralores han sido abogados y, en algunos casos, distinguidos abogados, aunque con poco o ningún conocimiento de auditoría, y con claras vinculaciones políticas. Por esta última razón, han privilegiado el establecimiento de responsabilidades penales a servidores de menor jerarquía. En consecuencia, su eficacia ha sido cuestionada, pues la aplicación de sanciones llega a un 15 por ciento de los casos auditables, por lo que se vuelve necesario tomar en serio los requisitos tres, cuatro y cinco de mi respuesta anterior.
E.- Oyéndole, me viene el perverso pensamiento de que el contralor debe ser escogido de entre quienes conformaron el grupo político que, llegado a la segunda vuelta, perdió las elecciones; de esta suerte puede ser implacable con quienes ejercen las funciones del Poder otorgado por el pueblo.
M.- Sin comentarios.
E.- Gracias, Mario, por su ayuda sabia, franca, sin pelos en la lengua, como me esperaba de usted.
Pacientes lectores: Esperamos que esta columna, seca y avellanada como mi vejez, nos ayude a reflexionar sobre los organismos de control. Porque mientras nos alcemos de hombros en lo referente a la suerte del país, seremos el mejor caldo de cultivo de la corrupción que nos tiene afiebrados, sin respiración y al borde de un definitivo ataque de nervios.