Independientemente de cuál ha sido el resultado de estos comicios, uno de los aspectos que dará mucho para comentar es la irrupción en el escenario político norteamericano del polémico y controvertido empresario Donald Trump.
No solo fue capaz de desbancar en las primarias a reconocidas figuras del partido Republicano. En la misma campaña electoral puso en apuros a la candidata demócrata Hillary Clinton, cuando luego de sus polémicas declaraciones, en lugar de caer en las encuestas su imagen se fortalecía.
Poco afectaron a su imagen los insultos a los inmigrantes irregulares, entre ellos latinos, a quienes amenazó con expulsar de los Estados Unidos y hacerles un muro para evitar que pasen la frontera; su desparpajo al reconocer el hecho de no haber pagado alguna vez sus impuestos; la admiración hacia el presidente ruso Vladimir Putin; sus declaraciones y posturas machistas; su enfrentamiento con la familia del militar de origen musulmán muerto en combate.
Sin embargo, el momento de ruptura se produjo en octubre pasado cuando se filtró ante la opinión pública un video realizado en el 2005 en el que presumía de haber manoseado a mujeres sin su consentimiento. Eso le llevó a la toma de distancia no solo de líderes claves del partido republicano sino también de una parte de sus seguidores. Cayó en las encuestas cerca de 10 puntos. Y, desde ese momento, pese a recuperarse en los sondeos, su actitud ya no la fue la misma.
Trump ha sido el vivo ejemplo de la antipolítica. Un fenómeno político que no había tenido Estados Unidos en mucho tiempo. Populista y nacionalista, muy cercano a las posturas de ultraderecha que han comenzado a ganar terreno en Europa. Agresivo, ambicioso, rústico y tosco, pero franco, sagaz y, sobre todo, una máquina de generación de opinión pública. Pese a que algunos medios decidieron en un principio no darle cobertura por sus comentarios salidos de tono, finalmente tuvieron que desistir en ello.
No obstante, Trump tuvo un importante apoyo debido a que conectó con esa América blanca, anti-inmigrante, tradicional, rural, desplazada de la globalización, afectada por la crisis económica y menospreciada por las élites.
Esto hizo que la carrera hacia la Casa Blanca haya sido difícil de sortearla no solo para los más de 10 precandidatos republicanos sino incluso para la misma candidata Hilary Clinton. Si analizamos en profundidad, más allá de los aspectos ideológico-partidistas, Clinton tenía todos los atributos para ocupar el sillón presidencial. Primera presidente mujer. Preparada. Casi 30 años de experiencia tras de sí: primera dama, militante demócrata, senadora y Secretaria de Estado.
Pese a los resultados, habrá que ver cuál es el rumbo que toma Donald Trump y la política norteamericana.
Una nación que sigue fiel a sus principios de integración, libertad y respecto a la diversidad o rendida al populismo, nacionalismo y descomposición social.