Finalmente se dieron las elecciones seccionales del 24 de marzo. Una de las interrogantes que surgen reside en saber si estos resultados son la evidencia de un cambio definitivo del mapa político en el Ecuador y si la tendencia que se ha dado a nivel local puede ser un indicativo de lo que pasará en las elecciones presidenciales del 2021.
Si comparamos los resultados del 2014 con los del 2019 sí se evidencian variaciones. En el 2014 Alianza País consiguió 9 de 24 prefecturas y cien de las 221 alcaldías. Hoy, en cambio, no podría hablarse de un gran triunfador ya que las votaciones se repartieron entre 6 partidos y movimientos políticos: el Partido Social Cristiano (PSC) ganó 42 alcaldías (9 con candidatos propios y 33 en alianza), CREO 34 alcaldías (9 con candidatos propios y 25 en alianza), Democracia Sí 28 alcaldías (8 con candidatos propios y 20 en alianza), Alianza País 26 alcaldías (10 con candidatos propios y 16 en alianza), Juntos Podemos 19 alcaldías (3 con candidatos propios y 16 en alianza) y Pachakutik 19 alcaldías (15 con candidatos propios y 4 en alianza).
En contraste, el gran perdedor ha sido el correismo. Consiguieron 2 prefecturas (Pichincha y Manabí) y ninguna alcaldía. En el caso de Manabí, Pichincha y Quito no se explica cómo el correismo, teniendo tan poco apoyo a nivel nacional, haya conseguido dos prefecturas y el segundo mejor resultado para la Alcaldía en Quito. Me apena que el Consejo Nacional Electoral (CNE) no haya dado paso al pedido de otras fuerzas políticas para que se verifiquen los resultados en estos distritos.
Haciendo un paréntesis, me preocupa que, pese a tener nuevos consejeros en el CNE, sigan en funciones técnicos y personal que actuó por más de 10 años en función de los intereses de un movimiento político predominante.
Regresando al análisis, la comparación de los resultados de estas y otras elecciones nos permite constatar la presencia de una constante: alto nivel de fragmentación y de volatilidad política, así como vigencia de prácticas populistas y clientelares.
En cuanto a la fragmentación y a la alta volatilidad (variación sustancial del voto de una elección a otra), estas se explican por el número excesivo de organizaciones políticas (278) y candidatos (81 000), lo cual generó confusión en el electorado. De acuerdo a Cedatos, antes de las elecciones, el 51% de la población manifestó estar desinformada, insegura, molesta y confundida. Esto también provocó que la gente haya cambiado, en algunos casos, su preferencia de voto.
Aunque hay 6 fuerzas políticas que han canalizado la mayor parte de la votación en las elecciones seccionales recientes, este no puede ser un indicador de que lo mismo vaya a ocurrir en una elección presidencial. Una es la lógica y la dinámica que se da a nivel subnacional y otra la que se da a nivel nacional. Hay una tendencia pero nada está dicho de cara a las elecciones presidenciales del 2021.