Durante los últimos dos años, el financiamiento chino ha disminuido drásticamente. En 2018 y 2019, China prestó USD 3.2 mil millones a América Latina y el Caribe (ALC) en comparación con los USD 125.8 mil millones que prestó en la década anterior. Sin embargo, esto no se traduce en una menor influencia de China sobre la región. De hecho, las economías de ALC ya dependen de China, y su capacidad para recuperarse de la pandemia de covid-19 estará estrechamente vinculada a la financiación adicional de China a través no solo préstamos de deuda soberana, sino también a través de otras formas de intervención, por ejemplo de las asociaciones público-privadas, participación accionaria de empresas chinas en otras empresas; o los conocidos “joint-ventures”.
No menos importante es recordar que China es el primer o segundo socio importador de muchos países latinoamericanos.
Desafortunadamente, el núcleo de la relación China-ALC se ha centrado principalmente en proyectos de infraestructura y extractivos, y esto no cambiará en el corto debido a que las empresas chinas tienen contratos de extracción y operación de larga duración, y que pueden ser renovados. Además, la mayoría de gobiernos están anunciando planes para construir infraestructura, como por ejemplo el plan “Pro-Brasil”, o iniciativas para aumentar la extracción de recursos naturales, como en Ecuador y Perú en el sector minero. Estas iniciativas se presentan como ejes centrales de las estrategias de recuperación frente al covid-19. Por otro lado, los países más endeudados están buscando desesperadamente formas de renegociar sus préstamos con los acreedores, y acceder a otros nuevos en condiciones más favorables. En los últimos dos meses, China ha reafirmado su amistad y apoyo a los gobiernos de la región con importantes donaciones de suministros médicos, llamadas en persona y cartas del presidente Xi Jinping a sus pares latinoamericanos.
Curiosamente, la pandemia también podría abrir una ventana de oportunidad para llamar a China y a otros actores globales a tomar medidas más fuertes y decisivas para estabilizar y revitalizar la economía de una manera ecológicamente segura, orientada a las personas y sustentable. Es importante notar que una de las medidas que el gobierno chino ha tomado para proteger a sus empresas e inversiones en el extranjero frente a las pérdidas causadas por la pandemia, es proporcionar apoyo económico a los que ha llamado proyectos “de alta calidad”.
En nuestro entendimiento, un proyecto de “alta calidad” no debe impactar negativamente los bosques, los ríos, los ecosistemas y la diversidad, especialmente de aquellas áreas frágiles y necesarias para el guardar el equilibrio ambiental local y global, y tampoco comunidades que dependen de ellos.
Este tipo de proyectos de “alta calidad” son los que necesita América Latina.