Acerca de 9 meses de terminarse el actual Gobierno, es posible anticipar parte de la agenda económica que deberá enfrentar la siguiente administración. Entre los aspectos está la urgente, gradual pero sostenida reducción del tamaño del Estado. Si el gasto público agregado no se reduce en aproximadamente 10 puntos del PIB entre el 2021 y el 2025, pasando de alrededor del 37% del PIB a no más del 27% del PIB, el problema del profundo déficit fiscal y el acelerado endeudamiento público no tendrá solución. Será una bola de nieve que crecerá en el tiempo con impredecibles consecuencias para toda la economía. La continuación del siguiente convenio que se firme con el FMI será otra gestión que deberá completar. No se conoce el contenido del siguiente convenio pero es previsible se busque el ordenamiento fiscal con metas del déficit público, de la acumulación de reservas internacionales y de reducción del endeudamiento público. La sanidad fiscal será una pieza importante, pero de ninguna manera suficiente, para el mantenimiento de la estabilidad macroeconómica. El respaldo de financiamiento externo que brinda un acuerdo con los multilaterales y el apoyo para ir mejorando la imagen internacional y sus efectos en el riesgo país es otro elemento para el siguiente gobierno. Reformas profundas a la seguridad social, al sistema tributario y arancelario, al rol del Banco Central y a la normativa laboral, también deberán ser prioridades del nuevo gobierno.
La recuperación crecimiento económico deberá ser un tema central, pues el problema del empleo se está tornando inmanejable, pues con solo el 17% de la población económicamente activa con empleo formal está evidenciando un problema terrible de pobreza, marginalidad, inseguridad y delincuencia. Esto no es un discurso ni un lirismo político, es una realidad que debe ser afrontada con total frontalidad y decisión por parte del siguiente gobierno. Esta necesidad l solo será viable si la inversión nacional y extranjera crecen a ritmos acelerados y persistentes a lo largo de los siguientes años. Para ello, además de los componentes de estabilidad tributaria, una justicia independiente, el respeto a los contratos, entre otros requisitos, se necesita la identificación y el empuje decidido a proyectos de inversión que permitan el ingreso de liquidez de manera sustantiva. El mejor ejemplo pasado que tuvimos fue la construcción del OCP, que le brindó a la economía un empuje significativo de crecimiento económico por cerca de 3 años. En tal virtud, si se aplica una fuerte dosis de inversión como la presencia de banca internacional grande en el país, la promoción de proyectos de infraestructura como puede ser la concesión para una autopista Quito Guayaquil o la atracción de inversión extranjera para nuevos proyectos mineros y petroleros, la reactivación económica será más viable. Muchos retos.