El Socialismo del Siglo XXI y su padre putativo, el Foro de Sao Paulo, se han aprovechado de la democracia para captar el poder y no soltarlo. Los casos de Brasil, Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua demuestran la ingenuidad de los ciudadanos para creer en corruptos y encantadores de serpientes.
El Foro de Sao Paulo, fundado por Fidel Castro y Lula, al cual se adhirieron en cuerpo y alma Chávez, Correa, Morales, Ortega y Kirchner, definió las acciones para tomar el poder y permanecer en él: 1) convocar a Asamblea Constituyente para expedir una constitución a la medida; 2) debilitar a la oposición; 3) adoctrinar a las fuerzas armadas y formar grupos paramilitares; 4) reformar las leyes electorales para facilitar la reelección indefinida y lograr mayorías controladas; 5) aumentar los impuestos; 6) exaltar la persona del líder hasta el ridículo; 7) aumentar el proteccionismo laboral; 8) incrementar irracionalmente el gasto público; y, 9) publicidad y propaganda alienantes. El museo de Correa y las excentricidades de Morales (monumentos en su pueblo y los pisos 21 y 22 de la torre palaciega) son ejemplos recientes.
En Brasil los actos de corrupción de los gobiernos de Lula y Rousseff y una justicia independiente, dieron al traste con la permanencia indefinida del PT en el gobierno. En Argentina la corrupción de Kirchner y su cónyuge y sucesora, Cristina Fernández, hicieron imposible que mantengan el poder, aunque la viuda acaba de ser elegida vicepresidenta, por ciudadanos a quienes poco importa la corrupción. En Ecuador, Correa creyó que con Moreno y Glas, habría de tener al gobierno bajo control. Pero la necesidad de supervivencia política de Moreno, la escandalosa corrupción generalizada y una fiscalía activa, han hecho posible la destitución y encarcelamiento de Glas. El propio capo y medio gabinete, están prófugos o tras la rejas.
En Bolivia, Morales, que llevaba casi 14 años en el poder y buscó un cuarto mandato hasta el 2025, se estrelló contra la reacción ciudadana, que dijo basta a la manipulación grosera de las instituciones. En 2015 la ciudadanía le dijo No al intento de reformar la Constitución para su reelección indefinida; luego, su dócil Tribunal Constitucional resolvió que su derecho a cualquier cargo de elección prevalecía sobre la prohibición de reelección indefinida; y, cuando en las elecciones de octubre pasado no logró ser elegido en la primera vuelta, recurrió al apagón informático y al fraude electoral. Y ahora los grupos de izquierda y las viudas gritan a voz en cuello que Morales ha sido víctima de un golpe de Estado, cuando él rompió la Constitución, hizo fisga del referendo popular y recurrió al fraude electoral, para no soltar la presidencia.
Es hora de que los ciudadanos dejen de ser ingenuos y dejen de votar a esta caterva de embaucadores.