Areej Abuqudairi
IPS
Los videos y las fotos que Marvin Nafee veía en las redes sociales mostraban el avance del grupo extremista Estado Islámico (EI) en el interior de Siria, pero a este cristiano de 27 años todo eso le parecía muy lejano a su realidad en Iraq.“No lo creíamos, parecía tan irreal”, recordó a IPS.
Pero apenas unos meses más tarde, en junio, su ciudad natal, Mosul, cayó bajo el control del EI en un lapso de dos horas, y él y miles de cristianos más tuvieron que huir. Marvin se refugió en Jordania, junto con sus padres y dos hermanos.
“No hay nada como la paz y la seguridad”, dijo desde la iglesia latina en el vecindario de Marka, en Ammán, que ha sido su hogar los últimos dos meses.
En julio, el grupo extremista yihadista advirtió a los cristianos de Mosul que debían convertirse al Islam, pagar impuestos o renunciar a sus pertenencias y salir de la ciudad en el norte de Iraq. Si no acataban la orden, el castigo sería la pena de muerte, “como último recurso”, añadió la organización armada.
“Ahora ya no quedan cristianos en Mosul. Todos nuestros conocidos la abandonaron, a excepción de un grupo de ancianos en un centro de atención que fueron obligados a convertirse al Islam”, aseguró Marvin.
Miles de iraquíes huyeron a Jordania desde Erbil, la capital del Kurdistán iraquí.
La portavoz de la organización asistencial Cáritas, Dana Shahin, dijo que, desde agosto, 4 000 cristianos iraquíes pidieron ayuda en la oficina del grupo católico en Jordania y que 2 000 fueron alojados en iglesias.
Las familias iraquíes viven en los patios y los pasillos de las iglesias en la capital y las ciudades norteñas de Zarqa y Salt, convertidas en campos de refugiados temporales.
En la iglesia latina de Maraka, aproximadamente 85 personas comparten una habitación de 21 metros cuadrados. Niños, ancianos, hombres y mujeres duermen en el suelo con colchones que dividen la sala para darles privacidad. Usan las instalaciones de la cafetería para preparar comidas con los alimentos donados por Cáritas.
“Jordania fue generosa al ofrecer lo que puede, pero esta no es una situación de convivencia ideal para nadie”, se lamentó Um George, una mujer de 53 años.
La mayoría de los refugiados llegaron a Jordania sin un centavo y con poco más que lo que llevaban puesto, luego de que el EI les arrebatara casi todo. Los hombres del EI “nos revisaron a todos, incluidos los niños, en busca de dinero”, destacó el hermano de Marvin, Ihab, de 25 años. “Se lo dimos todo, en aras de la seguridad”.
La Sociedad del Centro de Caridad Islámica aportó viviendas móviles prefabricadas para alojar a los refugiados en los patios de las iglesias, y un número menor de iraquíes fueron trasladadas a apartamentos de alquiler compartidos por más de una familia.
Cáritas les brinda alojamiento básico, alimentos, tratamiento médico y ropa, pero aún no existe una solución a largo plazo para los refugiados.