En días pasados acaba de ser destituido el rector de Yachay, Fernando Albericio. Este hecho ha puesto en evidencia no solo las profundas diferencias que existían entre los miembros de la Comisión Gestora (de la cual Albericio fue parte) sino también una serie de problemas realmente serios.
En declaraciones a la prensa, el exrector ha mencionado una serie de irregularidades existentes en el manejo de Yachay. Remuneraciones de USD 16 300 mensuales a los miembros de la Comisión Gestora, tres de los cuales no viven permanentemente en el Ecuador. Viáticos de USD 300 diarios (algo excesivo si se compara con los estándares fijados en otras universidades públicas del Ecuador). Contratación de consultorías innecesarias, como la realizada a la firma británica Perret Laver por USD 1,7 millones para la selección de personal académico o la hecha por USD 1 millón para el rediseño del campus de la universidad. Profesores que no cumplen con los requisitos fijados incluso en el Decreto Ejecutivo 247.
Sin embargo, parece que esto no es nada más que la punta del iceberg. No solo me refiero a la universidad sino a la ciudad del conocimiento Yachay. Allí también se han invertido sumas astronómicas sin que exista hasta el día de hoy informes de auditoría de cómo se han manejado estos recursos. Por este motivo, el Examen Especial de contraloría debería realizarse tanto a la universidad como a la ciudad del conocimiento.
Si somos críticos podremos corroborar que prácticamente todo lo que se ha dicho, promocionado y hablado de este gran proyecto llamado Yachay es solo una idea. ¿Dónde está, a más de la universidad, los espacios destinados a los laboratorios de investigación y plantas industriales? ¿Cuándo comenzarán a funcionar las divisiones de Microsoft, Telefónica o Cisco en Yachay? ¿Qué proyectos de investigación tienen a su cargo los profesores que han sido contratados, los cuales perciben remuneraciones superiores a los USD
13 000 por mes? ¿Qué experiencia en investigación y cuántas publicaciones tienen sus profesores? ¿Su perfil puede ser tomado en cuenta para el ingreso a una universidad de reconocido prestigio a escala internacional como Stanford, Yale o Harvard?
Muy poco de lo mencionado antes se cumple. Por este motivo, en torno de Yachay no solo hay problemas administrativos sino de criterio y conceptuales. En realidad, se hace realmente difícil que con profesores sin mayor experiencia y con estudiantes de pregrado pueda generarse conocimiento científico. Estamos muy lejos de tener una universidad de “talla mundial”, tal y como ha dicho el secretario del Senecyt, René Ramírez.
En lugar de destinar estos recursos a las universidades y escuelas politécnicas que ya tiene el Ecuador, el Gobierno le ha apostado a Yachay. Con una sola universidad no se puede atender a todos los requerimientos de formación y, sobre todo, de investigación que requiere el país para ir hacia un cambio de la matriz productiva. Veamos si esta crisis sirve de algo.
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